El verdadero corazón de Ninfa

Capítulo 1

Ninfa estaba en su habitación haciendo los deberes. Estaba en las vacaciones de Navidad. El profesor de Lengua les había mandado hacer una descripción sobre sí misma que constara de dos partes, una sobre su físico, y otra sobre su forma de ser. La primera parte fue fácil:

“…soy de estatura muy baja y estoy muy delgada. Mi pelo es pelirrojo y mis ojos grises. Tengo una frente ancha y no llevo flequillo…”

Al acabar la descripción física, estaba muy cansada, según había dicho el profesor, tendría que ser cada parte de doscientas palabras. Notó que se le cerraban los párpados y después de eso navegó a un espacio oscuro en el que en rojo estaba escrito el día de su cumpleaños.

Se despertó. Desde que faltaba un mes para su cumple, había tenido ese sueño. Ella suponía que era porque faltaba poco y, sin saber por qué, tenía unas ganas tremendas de cumplir los trece. Miró su reloj, eran las ocho de la tarde, pronto se iría con sus padres y con su hermano a celebrar la Navidad con la familia, al día siguiente se irían a París para celebrar allí Nochevieja y Año nuevo con sus tíos y volverían justo un día antes de empezar el instituto. No le daba tiempo. Tendría que soportar la humillación de empezar mal el trimestre. De pronto, oye:

-Ninfa, cariño, vístete ya, que en media hora nos vamos-le dice su madre.

-Vale, mamá, ya voy.

No me gusta nada la ropa, es muy infantil, esta camiseta rosa fucsia, con esta especie de tutú con volantes y estas medias de rayas, voy a parecer una niña de cuatro años. Bueno, a ver cómo me queda…”

Se miró en el espejo. Casi se desmaya del espanto, de verdad parecía una niña de cuatro años,. Cuando bajó las escaleras para terminar de arreglarse, se encuentra a su madre mirándola:

-¿Pero qué haces con eso puesto?-le pregunta escandalizada.

-Emmm…- dijo Ninfa sorprendida- es la ropa que tú me dejaste…

-¡No era esa ropa! Eso que llevas puesto es el regalo de Navidad de tu prima Leila. No comprendo cómo es que no te queda pequeña.

Ahora todo tenía sentido. Leila era la prima de seis años de Ninfa. De pronto recordó:

“Ya me parecía…Así que este era el regalo era de ella… Es verdad, mamá se fue a comprarlo sin mí y no me lo enseñó.”

-¿Y, entonces, qué ropa voy a llevar, mamá?-preguntó Ninfa.

-Espera un momento, ahora vuelvo.-contestó.

Ninfa empezó a imaginarse un vestido rojo, su color favorito, con unos topitos blancos y unas estupendas medias negras.

Su madre volvió. Traía consigo un vestido rojo con topitos blancos y unas estupendas medias negras.

Ninfa la miró sorprendida. Es justo lo que ella había imaginado.

– Ohhhhhh…Es precioso…¿Dónde lo has comprado?- preguntó emocionada.

– En..lo compré en…no lo recuerdo…- contestó su madre- Bueno, no importa, anda, sube a cambiarte.

Ninfa, extrañada, (su madre hacía ejercicios de memoria tres horas al día, era capaz de recordar lo que habían comido un cualquier día, fuera hace semanas, meses, o incluso años.)

“El vestido es precioso, nunca había visto nada igual, pero es raro que mamá no recordara donde lo había comprado”

Se vistió. Estaba guapísima. Empezó a peinarse y se hizo unas trenzas, le quedaban muy bien, pues su pelo era largo y suave. Bajó las escaleras para ponerse los zapatos e irse y se encontró con su mejor amiga, también pelirroja, Zanna.

– ¡Sorpresaaaaaa!- exclamó.

– ¿Qué haces aquí?- preguntó Ninfa sonriendo.

– Mis padres se van de viaje y no vuelven hasta Año Nuevo, yo me quedo con mis abuelos. Pero hoy me han dejado ir contigo a tu comida familiar y quedarme a dormir cuando te vayas. Me recogerán cuando te estés yendo para el aeropuerto- explicó su mejor amiga.

-¡Qué bien!- exclamó Ninfa.

-Ninfaaaaa, ven un momento.- oyen gritar a su madre desde la cocina.

-¿ Qué pasa mamá?- pregunta Ninfa.

– Tu tía me acaba de llamar. La comida se va retrasar como mucho dos horas, han tenido una avería con el horno. Como no le compramos todavía los regalos a los de París, quiero pedirte que en estas dos horas, como las tiendas cierran tarde, que vayas a comprar sus regalos. Aquí tienes una lista de lo que he pensado que es más apropiado para cada persona y 100 euros, pienso que llegará. Te puede acompañar Zanna, si quieres.

– Zanna,¿vienes?- preguntó Ninfa a su amiga.

– Si, claro que voy- contestó Zanna.

Abandonaron la cocina y fueron a ponerse el abrigo y Ninfa se puso los zapatos, unas preciosas bailarinas negras con brillantes. Salieron de casa y se dirigieron al centro de Lugo, allí había un montón de tiendas donde comprar los regalos.

– A ver lo que pone en la lista…- dijo Ninfa sacándola de su pequeño bolso de bandolera.

La lista ponía:

Van por orden, del más mayor al más pequeño:

– Deborah: camisa(talla M)

– Damien: zapatos (número 43)

– Elise: puzzle 3000 piezas

– Gabrielle: muñeco bebé.

– Gregory: dos peluches

Decidieron empezar por la ropa, ya que pensaron que cerrarían más pronto que las jugueterías. Encontraron una bonita camisa para Deborah, la madre, que valía 17 euros y, como vieron que por compras superiores a 15 euros les daban un pañuelo para el cuello, decidieron añadirlo al regalo de Deborah. Encontrar unos zapatos para su marido tampoco fue difícil, encontraron unos bastante modernos a un buen precio, así que los compraron. Después de esto, fueron a una juguetería, la más grande de la ciudad, y encontraron un precioso puzzle de la Puerta de Alcalá de justo 3000 piezas muy barato, eso y los peluches del más pequeño fueron lo más fácil para la parte de los juguetes. Pero el bebé, fue complicadísimo, había millones y millones de ellos, uno barato, les parecía que traía muchas cosas, uno que traía de todo, era carísimo y así consecutivamente. Al final se decantaron por uno que traía una vacenilla, un pijama, y un osito de peluche de mentira. Cuando salieron de la tienda, eran las once, así que se fueron a donde habían quedado con la madre de Ninfa. Y con un cansancio monumental y diez euros que le habían sobrado, subieron al coche, les esperaba una hora de viaje.


Capítulo 2

Tan solo llevaban diez minutos de viaje y ya se les hacía eterno. Su hermano estaba con el móvil, Zanna dormida y su madre leyendo. Ninfa y su padre eran los únicos que estaban atendiendo a la carretera, su padre, por supuesto, conduciendo, y Ninfa, como siempre, pensando.

“¿Cuándo podré hacer el trabajo de Lengua? Cuando esté en parís no voy a tener tiempo…Espera, sí, ¡en el avión! Menos mal… Ya pensaba yo que el primer negativo del trimestre iba a ser para mí…”

– Mmmmm…. me parece que vamos a tener que parar un momento a echar gasolina… No me di cuenta al salir… – dice su padre de repente, haciéndola dar un respingo.

– Pero, papá, a este paso vamos a llegar a las doce dijo Ninfa cansada.

– Si, pero el año pasado no fuimos y se enfadaron bastante, se gastan mucho dinero en esta comida. Si llegamos a esta hora, se darán cuenta de que nosotros nos comprometemos a ir, aunque vayamos a llegar a las doce.- dijo su padre.

-Pues vaya…- suspiró Ninfa, y lo hizo tan alto que Zanna se despertó, a su madre se le cayó el libro de las manos y el móvil de su hermano, llamado Mateo, saltó por los aires, cayendo al suelo y casi haciéndose trizas.

– ¿ Qué pasa ?- preguntaron todos al unísono.

– Vamos a echar gasolina- dijo Ninfa malhumorada.

Por fin habían llegado, la casa estaba en silencio, llamaron al timbre y la puerta se abrió, mostrando a una niña pequeña de unos seis años con una muñeca en la mano.

– Holaaaaaaaaaaaa, mami me dijo que podía saludaros un momentito y que luego me tendría que ir a la camita, por que si no Papá Noel no vendría y no tendría ningún regalo, bueno chaooooo- dijo Leila desapareciendo rápidamente.

Ninfa y su familia rieron fuertemente, pero Zanna, en cambio, se quedó en silencio. Pasaron a el interior de la casa y se dirigieron al comedor, previamente habiendo dejado las chaquetas en el gran armario de la entrada.

– Ohhhhhh, habéis venido – dijo una mujer con más maquillaje que una famosa que aparenta 30 y en realidad tiene 50- sentaos, sentaos, por aquí, ahora mismo vendrá la comida.

A Ninfa le agradaba su tía, se llevaba bien con ella, así que sonrió. Se sentó entre su hermano Zanna, que seguía pensativa y empezó a echarse sopa de letras, después cordero, después marisco y finalmente tarta de queso.

Después de esto hicieron un brindis todos juntos y luego empezaron a reírse pues al padre de Leila se le había metido el champán por la nariz, entonces, de repente, Zanna sale de la habitación corriendo y llorando.

– Zanna, Zanna, ¡vuelve!- grita Ninfa de repente, corriendo tras ella.

– ¿Qué te pasa? – dijo al alcanzarla.

– Pues que no tengo familia, Ninfa mis padres están desparecidos, posiblemente muertes y todo lo que tengo es adoptivo, mi hermana, mis padres, mis abuelos, mis tíos y primos… Y, ahora, al verte a ti con tu familia, ver que bien os lo pasábais, me ha hecho recordar que yo no tengo familia biológica y que estoy sola. – le contó entre sollozos.

– Zanna, tranquilízate, yo pienso que tus padres no están muertos, se fueron a cumplir una misión y no han vuelto, les podría haber pasado cualquier cosa. Y no estás sola, me tienes a mí, y yo nunca te abandonaré. Y también tienes una familia que te quiere un montón, aunque sea adoptiva.- dijo Ninfa abrazándola- ¿Vamos con los demás?

Zanna asintió, dejando de llorar y esbozando una pequeña sonrisa, se encaminaron hacia la entrada, donde la familia de Ninfa estaba despidiéndose y dando gracias por la maravillosa cena. Cuando se dirigían hacia el coche para volver, Ninfa vio como una especie de brillo que se escondía de repente, pensando que habría sido una alucinación por el sueño que tenía, lo dejó pasar y se subió al coche, donde se quedó dormida.

Empezó a soñar sobre que el primer día de clase el profesor de Mates les ponía un montón de deberes, y que de repente le gritaba a ella misma.

-NINFAAA- gritó de repente su madre.

Ninfa se despertó de repente, preguntando qué pasaba y su madre le respondió que habían llegado. Entró en su casa y se tiró en la cama, mañana iba a ser un día muy largo, pero, para su alivio, ya tenía la maleta hecha.


Capítulo 3

Estaban en París en el punto más alto de la Torre Eiffel, a su lado estaban, Zanna, dos niñas pelirrojas de su edad y una chica con unos papeles en las manos, todas estaban vestidas con el vestido que Ninfa había llevado por Navidad y todas tenían algo en la espalda, hasta ella, incluso, pero no podía distinguir lo que era, pues el sol, que parecía que se podía tocar, brillaba con más fuerza que nunca, allí abajo, en el suelo, había gente paseando, algo normal, pero lo raro era que iban por parejas, todos,por parejas, de repente, Ninfa recibe un rayo negro en la espalda y se cae de la Torre Eiffel, mientras el suelo se aproxima, lo único que oye un grito que dice que vuele, que vuele, que vuele…

-¡AHHHHHHH!- dijo Ninfa sobresaltada cayéndose de la cama.

Uf solo ha sido una pesadilla – comenzó a pensar – pero es extraño, estos sueños solo los tengo cuando estoy aquí . “

Decidió vestirse, no podía permitirse llegar tarde al aeropuerto, ese día llevaría una falda-pantalón azul, un jersey con la Torre Eiffel y otros monumentos de París y unas preciosas plataformas nuevas que hacían al conjunto muy actual, ese día, en París, había 30 grados de temperatura, raro, pues estaban en pleno invierno. Se dirigió a su escritorio a preparar los deberes que llevaría para el avión, una carpeta de corazones, el cuaderno de Lengua, un estuche con bolis, lápices, típex, una goma y rotuladores y algunos folios blancos y de colores. Cogió una bolsa de tela con el Big Ben que se había comprado en Harrods, en Londres, y lo metió todo dentro, cerró con la cremallera y bajó a desayunar.

En la cocina se encontraban sus padres, hablando sobre si llevar bañadores por si iban a la playa y estaban desayunando cada uno su taza de café con tostadas como todos los días.

– Buenos díaaaaaas, parisina – dijo su madre riendo al verla entrar.

-Bonjour, madame; bonjour, monsieur – contestó Ninfa sentándose.

Después de tomar su zumo de naranja, preguntó:

-¿Vamos a ir a la playa?

– No sabemos, Deborah nos ha dicho que iba a hacer mucho calor. Y también vamos a estar muchos días, así que podríamos ir a la costa de Francia y quedarnos en un hotel, pero también nos podemos acercar a Bélgica, si no llueve, por supuesto. ¿Tú que prefieres?

-No lo sé, ya lo veremos cuando lleguemos.- contestó Ninfa.

La verdad, a Ninfa no le apetecía nada ir a la playa o a Bélgica, ella tenía unas ganas tremendas de ir a la Torre Eiffel, le daba la impresión de que iba a descubrir algo muy importante. Después de acabar el desayuno, se levantó y fue a lavarse los dientes. Cuando se miró en el espejo, a su derecha, estaba posada en la cómoda una paloma blanca, pero no era una paloma blanca normal, tenía una extraña mecha roja en la cola. Ninfa asustada, miró para atrás, hacia la cómoda, pero no había nada allí, rápidamente, decidió que la trenza ya se la haría más tarde y corriendo, abandonó el baño.

Se dirigió a su habitación y se tiró en la cama, otra vez, otra paloma blanca con una mecha roja, como siempre, todo le había pasado desde que faltaba un mes para su cumple: los sueños con el día de su cumple, con las caídas desde sitios altos y los lejanos gritos diciéndole que volara y, lo peor, las palomas, la ventana estaba cerrada, la puerta, cerrada, entonces,¿Cómo podían entrar?.

Preocupada, cogió la bolsa con sus deberes y bajó las escaleras, un viaje de hora y media al aeropuerto le esperaba.

Después de meter todo en maletero y se metió en el coche, mientras esperaba a que sus padres se despidieran de la vecina y le dieran sus llaves para que se las guardara, vio encima de una señal un cuervo negro, al principio, se alegró de no fuera la misteriosa paloma blanca pero de repente, una de esas palomas apareció y echó al cuervo de un picotazo, Ninfa, asustada, apartó la mirada rápidamente, pero, de reojo, le pareció ver que la paloma blanca le guiñaba un ojo, así que imaginando que esa alucinación sería por el sueño que tenía decidió que todo el viaje hacia el aeropuerto, dormiría, así que cerró los ojos y se quedó profundamente dormida.

Un fuerte pitazo la despertó, ya habían llegado al aeropuerto y estaban esperando para entrar al aparcamiento. Había una cola muy larga, un coche se había chocado contra una columna y estaba impidiendo el paso a los demás, por suerte, cuando Ninfa se despertó el problema ya se había solucionado y pudieron encontrar un buen sitio cerca de la entrada. Descargaron las maletas y se dirigieron hacia el es ascensor, que era ancho y largo, se pararon en la planta de salidas y fueron a sentarse, aún faltaba una hora y media para que su avión despegase.

Ninfa decidió hacer los deberes allí ya que así en el avión podría seguir durmiendo. Empezó. ¿Qué podía poner sobre sí misma? Era muy difícil, en 200 palabras, expresar todos sus raros gustos…
Decidió que le preguntaría a Zanna por WhatsApp como pensaba que era ella, pero mejor no, Zanna estaba en una actuación de violín y no podía atender al móvil, una pena, resignada, empezó la descripción:

“Yo soy una niña muy tímida, simpática e insegura.Mis gustos no son como los de los demás ya que…”

Y así siguió, hasta acabarla, un 10 no llevaba, eso seguro, pero por lo menos un negativo no le pondrían. Cuando terminó, sólo faltaba media hora para que el avión saliese, sus padres y hermano estaban dormidos, no iban a llegar a tiempo.

– ¡MAMÁ! ¡MAMÁ!- le gritó Ninfa a su madre.

– ¿Qué pasa?- dijo desperezándose su madre.

-¡¡¡EL AVIÓN, NO LLEGAMOS!!!- exclamó su hija.

– ¡AHHHHHH! – dijo de repente – Pepe, Mateo,¡DESPERTAD, QUE PERDEMOS EL AVIÓN!

Todos corrieron hacia la puerta para que les hicieran el control de seguridad y rápidamente se fueron a la puerta de embarque, ya no había nadie, pero les daba tiempo, aún faltaba un cuarto de hora, pero de repente un empleado pelirrojo les cierra el paso.

– Lo siento, han llegado demasiado tarde, ya no se puede entrar en el avión- les dijo cortante.

– Por favor, déjenos pasar, tenemos familia allí y… -empezó a decir la madre de Ninfa, llamada María, al guardia.

– No, lo siento, el paso está cerrado – la interrumpió el guardia.

– Este viaje nos ha costado dinero y planearlo, por favor se lo pido.- sollozó la madre.

– Me gustaría dejarles pasar, pero la normativa me lo impide.- insistió el hombre.

-Pero mire, nuestra hija aún no ha conocido a nuestra familia de París, necesita conocerla.- dijo María señalando a Ninfa, que estaba distraída mirando al aire.

-¿Esa es su hija? ¿Van a París? ¿ Y aún no ha cumplido los trece?Oh, en ese caso…Pueden pasar. – dijo el guardia.

– Gracias- le espetó malhumorada la madre.

Al pasar, el guardia le guiño un ojo a Ninfa. Ella, extrañada, le sonrió, pero al mirarle a la cara directamente, le resultó familiar. Saliendo de sus pensamientos, corrió junto con su familia hacia el avión, y una vez que se sentaron, despegó.

Nuestra protagonista, aliviada, cogió su oso de peluche favorito, que tenía desde nacer y se quedó dormida.

Por fin habían llegado a París, bajaron del avión y se dirigieron a la puerta de salida, donde los esperaban su familia. Como Ninfa no los conocía, no supo quiénes eran hasta que vio a una mujer rubia abrazar a su madre, esa debía ser su tía Deborah.

– Ohhhbonjour!!!!!!- dijo entusiasmada su tía.

– Hola, hermanita, veo que tienes acento francés- dijo su madre extrañada.

-Oui, no puedo evitaglo.- dijo divertida.

Detrás venían un hombre bastante guapo y formal y detrás de él una chica de unos 15 años, una niña de 7 años que iba de la mano con un bebé de 1, que ya andaba perfectamente. La niña de 7, Gabrielle se tiró encima de Ninfa, diciendo:

– Bonjour, bonjourmacousine! Je m’ apelle Gabrielle!!!!!

Ninfa, por supuesto, no entendía casi nada de francés, había escogido alemán en el instituto y la verdad a es que estaba un poco arrepentida. Después de despegarse de su prima se dirigió a la más mayor Elise con su corto vocabulario francés:

-Bonjour, tu es belle- le dice con la mejor pronunciación posible.

– Hola, no hace falta que hables fgáncés conmigo, estudio español desde los tges años y quiero dedicagme a ser pgfesoga en España.

Ninfa sorprendida, le sonríe y se encamina contenta hacia la salida, le espera una larga estancia en París.


Capítulo 4

Ninfa nunca había estado tan cansada, después de una larga caminata por Bégica y siete horas de tren soportando a Gabrielle la habían dejado echa polvo. Por lo menos, ese día su irritante primita tenía un cumpleaños y como cuando volviera iba a estar muy cansada e iba a ser un poco tarde, no la tendría que aguantar en Nochevieja. Se tiró en la cama agotada, y después de taparse con las gruesas sábanas, se dio cuenta de que hacía tiempo que había dejado de imaginar. Sí, ella imaginaba, imaginaba que tenía un montón de mascotas, que cantaba con su ídolo…Peo la imaginación que más deseaba que se cumpliera era la de tener una hermana gemela, desde siempre había querido tener una. Así, tendría alguien de su edad, igualita a ella, pelirroja… Tenía a Zanna, sí, pero no era lo mismo, Zanna estaba mucho rato con ella, y también era pelirroja, pero no eran gemelas.

Poco a poco, empezó a dormirse, sumiéndose en un profundo sueño, pero, como siempre, no era como los que tenía en su habitación.Cuando se despertó, eran las siete de la tarde, dentro de dos horas empezaría la cena de Nochevieja, según había oído, en Francia, estas cenas eran muy diferentes. Decidió hablar con Zanna por Whatsapp:

NINFA- Holaaaaaaaaaa

ZANNA-HIIIIIIIIII

NINFA-Q tal estás?

ZANNA- Muy bien. Los regalos de Navidad han sido fantásticos. Y los tuyos?

NINFA- También, me han regalado un collar con la torre Eiffel chulísimo. Hay novedades por ahí?

ZANNA- Bueno, no muchas… Pero cada vez me pesa más la espalda, siento como si tuviera algo pegada a ella.

NINFA- A mí también me pasa, no sé cuando lo empecé a notar… Creo que un mes antes de mi cumple.

ZANNA- Igual que yo. Bueno hasta después, que mi madre me está llamando para llevarle los regalos de Navidad a Hugo, mi primito.

NINFA- Ohhhh me encanta tu primo. Hasta luegoooo.

ZANNA- Chaoooooooo.

Después de hablar con su mejor amiga, consideró que podía dormir un poco más para luego estar fresca y despierta en la cena. Dos horas más tarde, cogió su conjunto favorito, formado por un jersey azul, una falda hasta las rodillas y unas preciosas plataformas negras. Se peinó con una trenza de espiga, que en su pelo queda muy bien, se puso unas cuantas pulseras y salió de la habitación. En el gran salón había una larga mesa con un mantel blanco, adornado con encaje en el borde. Unas cuantas velas sin encender estaban apartadas en una cómoda cercana, esto le pareció muy extraño a Ninfa, pues su familia parisina era bastante pija y tenían velas por todas partes. Pero lo que más le impresionó fue el tipo de platos que había sobre la larga mesa, eran de plástico, igual que los tenedores, los cuchillos, las cucharas y los vasos. Mientras esperaba al resto de la familia, decidió sentarse en el sofá de diez plazas que había en esa misma habitación y ver la tele, uno de los pasatiempos preferidos de la chica. Fue fácil encenderla, ya que era un mando Sansumg ella tenía uno igualito en su casa. Lo que sí fue difícil fue encontrar su canal preferido, YensidLennach, que en España estaba en el número diez, al contrario que aquí, ya que según puso este número, le apareció un señor con poco pelo, hablando muy rápido, por lo que Ninfa no podía saber lo que decía. Comenzó a hacer zapping y paró en canal llamado DFD, donde una señora estaba dándole una bofetada a un señor, viendo que mo era su canal preferido, apagó la tele, ya le preguntaría a Elise luego. Como comenzó a oír voces, se dirigió hacia la puerta y vio llegar a su tía Deborah.

– Ohhh cargiño, ya estás vestida!- dijo sorprendida- no te dijo tu madre que no hacía falta que te pusieras tan elegante?

– Emmmm… no-dijo Ninfa sorprendida- tía Deborah… Dónde está la comida?

– Anda! Pog lo que veo no sabes nada de las Nocheviejas fgancesas….Venga, ponte el pijama que si no te puedes manchar.- le dijo guiñándole un ojo.

Ninfa corrió a su habitación a cambiarse y se puso su pijama, con varios monumentos de París, que había comprado para la ocasión y unos altos calcetines de lana antideslizantes. Preguntándose como sería esta cena se dirigió por segunda vez en una hora al salón, donde ya estaban todos sentados en la mesa, todos, menos la pequeña Gabrielle, claro. Según se sentó, sonó el timbre de la puerta, Deborah corrió a abrirla y volvió con cuatro cajas de pizza.

– Bueno, aquí están!Sorprendida, Ninfa?- le preguntó su tía.

– Sí,bastante, pero, por qué?- le interrogó.

– Es un día en el que los fganceses les demostgamos a los extganjegos y al mundo que no somos pijos, que también podemos ser divertidos- le contestó divertida su tía.

Ninfa, asombrada, empezó a comer su trozo de pizza, y poco a poco, se fue acabando hasta solo quedar un trozo, en que todos se pusieron de acuerdo en dejárselo a Gabrielle. Si esto fue una gran sorpresa, el postre lo superó, ya que era una gran helado de chocolate con nata. Pronto llegaron las uvas, que según dijo Deborah, eso era en lo único que se parecía a las cenas de Nochevieja normales. Ninfa, ya en la cama,aún sonreía, pues su tío, en su mal español, había contado los chistes más graciosos que Ninfa escuchara. Poco a poco empezó a cerrar los ojos hasta dormirse profundamente.

Hoy era el gran día, por fin, se iba a cumplir uno de sus muchos sueños, ir a la Torre Eiffel, irían antes de la comida de Año Nuevo, que estaba programada para las dos de la tarde, en la misma casa, en el mismo salón y en la misma mesa donde había sido la extraña cena del día anterior. Ninfa se preguntaba como sería, esperaba que fuera aún más divertida. La famosa Torre estaba bastante lejos de la casa, había dos horas andando y cuarenta minutos de metro, así que saldrían con bastante antelación, a las diez, a Ninfa le costaba mucho madrugar, pero para cumplir uno de sus sueños más deseados, haría un esfuerzo. Cogió su móvil y su cámara de fotos instantánea y se encaminó hacia la puerta, donde sus padres la esperaban.

-Dónde está Mateo?- preguntó.

-Dice que no quiere venir, parece que ha encontrado a una nueva amiguita, una tal…-dijo su madre.

-Aina.-terminó su padre.

-Bueno, él se lo pierde- contestó Ninfa.

Ella y Zanna habían intentado volver a juntar a la hermana de Zanna, Lucía, con Mateo, el hermano de Ninfa que habían roto misteriosamente. Ella y sus padres se dirigieron hacia el metro, que estaba atiborrado de gente, al parecer había un concierto de un famoso muy famoso y el edificio donde tendría lugar estaba en la misma parada en la que estaba la Torre Eiffel. Tuvieron que esperar tres metros, hasta que vieron uno en el que no había tantas chicas emocionadas con pancartas y la cara toda pintada. Ya eran las doce, Ninfa esperaba que por lo menos les diera tiempo a sacarse una foto con la Torre detrás. Sus esperanzas aumentaron cunado al llegar, que en teoría tendría que ser a la una menos veinte, eran las doce y diez, tenían tiempo de sobra. Pero la famosa Torre no estaba tan cerca como pensaban de la parada, al menos medio kilómetro más lejos. Corrieron desesperadamente, sabiendo que ya no podrían subir, tan solo verla de cerca. Yendo tan rápido como ellos fueron, llegaron a la una. Ninfa acudió deprisa a sacar una foto, pero era imposible, por todos lados había gente, se sentó en el campo que había alrededor de la Torre y empezó a llorar, sus pares habían ido a comprar algunos souvenirs y refrescos y ella les había dicho que los esperaría allí.

Estaba muy disgustada, su sueño no estaba del todo cumplido, faltaba esa foto perfecta, escondiendo la cabeza entre las rodillas oyó un clic,cuando miró, una foto salía de su cámara.

Era perfecta! Una Torre Eiffel preciosa estaba representada en ese pequeño cuadrado. Pero.. ella no le había dado al botón,quién habría sido? De repente sintió algo en su hombro izquierdo, miró hacia esa dirección y… casi se desmaya. Era la misma paloma que se le había aparecido en el baño de su casa, blanca y con la misma mecha roja, era la misma, estaba segura. La paloma le gruñó un ojo y con el pico señaló hacia el frente, hacia donde Ninfa miró. En frente mismo había un chico y una chica, tristes parecía que estaban despidiéndose. La chica lloraba y el chico al consolaba. Ninfa sintió empatía por ellos, ahora mismo, lo que más deseaba en el mundo era que esa parejita fuera feliz. Miró fijamente para ellos y empezó a notar una inmensa alegría, calor, y una gran llama roja salía de ella e iba directa hacia la triste parejita, envolviéndolos. Por un momento, Ninfa no pudo ver nada, pero unos segundos después, vio como esa pareja ,antes triste y desmotivada se fundía en un cálido abrazo. Ninfa se frotó los ojos, eso no podía estar pasando, esa llama no había salido de ella y había envuelto a esa pareja haciendo que sus problemas finalizaran, ¿verdad? Miró para su reloj digital de pulsera, en el mismo momento en el que miró, empezaban a ser las 13:14, es decir que el extraño suceso había ocurrido a las 13:13, exactamente. Confiando en que todo esto había sido producto del sueño que tenía, comenzó a mirar la hermosa foto de su monumento favorito. Esa foto. ¿Quién la había sacado? A lo mejor había sido ella, sin querer, pero todo había sido demasiado realista:la paloma, la pareja, la alegría y el calor, pero sobre todo esa llama,esa que había salido de su corazón, que ahora palpitaba rápidamente. Mientras guardaba la foto en su cartera, oyó una voz que la llamaba:

-Ninfa! Ninfa!- le llamaba Zanna desde lejos.


Capítulo 5

-Zanna! Qué haces aquí?- le preguntó Ninfa sorprendida.

-Como mis padres vieron que estaba un poco triste cancelaron su viaje y me trajeron aquí.- le contó emocionada- son geniales.

-Pues cuánto me alegro!- exclamó su amiga- por cierto, tengo una noticia mala.

-Qué pasa?-le preguntó Zanna.

-Mi hermano, que ha conocido a una tal Aina aquí y no para de wasapear con ella. Y tiene salido por las noches con ella, cada vez es más difícil volver a juntarlos.

– Qué mal! Pues mi hermana también tiene un nuevo amiguito, llevamos aquí el menos tiempo que tú. Tendría que haberte avisado de que estaba aquí antes, ya me voy mañana. No te tendría que haber dicho que iba a ver a mi primo.Por cierto, me acaba de pasar una cosa increíble…

-A mí también, mira te cuento…-le dijo acercándose a su oído.

-ZANNAAAAA- dice una voz femenina desde lejos

Las dos amigas se volvieron, la madre de Zanna corría furiosa hacia ellas.

-¡No te vuelvas a marchar corriendo de esa forma!¡Pensaba que te había llevado alguien!- le gritó muy enfadada.

-Vale, mamá, lo siento.-le contestó su hija un poco avergonzada.

Ninfa se alegraba de que su mejor amiga estuviera aquí. Cuando sus padres volvieron de las tiendas, estuvieron charlando tranquilamente en un bar cercano, pero…

-¡Oh no, Ninfa, cariño, llegamos tarde a la comida!- exclamó su madre de repente.

Se despidieron rápidamente de Zanna y sus padres y salieron corriendo hacia la estación del metro. Por suerte, no había y pudieron coger el primer metro, que estaba algo vacío. Esta vez el metro tardó el tiempo normal, ni se adelantó ni se retrasó, así que no tenían excusa por haber llegado tarde. Según le había contado Elise a Ninfa, las comidas de Año Nuevo eran todo lo contrario de las cenas de Nochevieja: había que ir muy bien vestido, había que ser educado y no hablar alto, no apoyar los codos, y, sobre todo, no llegar tarde. Cuando consiguieron llegar a la casa, media hora tarde, toda la familia, incluido el bebé, estaban sentados en la mesa, todos muy serios, cuando los vieron les invitaron a sentarse, no mencionaron la tardanza, pero el resto del día los trataron con frialdad. Incluso Gabrielle parecía estar molesta con Ninfa. Su hermano, Mateo, había ido a comer a casa de Aina, por lo que también estaban enfadados con él. Pasado ese día, todo volvió a la normalidad, así que todos estuvieron de visita por París, después de haberse despedido de Zanna, fueron al arco del triunfo, al museo de arte moderna y a los lugares más destacados de París.

Y llegó el día de irse, después de hacer la maleta, Ninfa se hizo un selfie y lo subió a instagram, sería un bonito recuerdo de ese fantástico viaje. La noche anterior, antes de dormirse, había estado dándole vueltas a lo que le había pasado en la Torre Eiffel y finalmente se había convencido de que todo había sido una sueño muy realista, demasiado, pero estaba segura de que había sido un sueño. Se subió al coche con su hermano, que estaba muy triste, al parecer esa tal Aina no era tan genial como pensaba y se dirigieron hacia el aeropuerto, antes habiéndose despedido de su familia, que les dijeron que en el verano serían ellos los que irían a España. Esta vez no llegaron tarde al vuelo, sin embargo,tuvieron que esperar un buen rato, pues antes de que le tocase el turno de su avión para despegar, aún había diez por delante. Ella se había sentado con su hermano, que se había quedado dormido, aunque Ninfa pensaba que fingía para evitar que su hermana le preguntase sobre su estado amoroso.

Cuando el avión despegó, Ninfa vio como Mateo abría los ojos un poco, y aprovechó para cotillear un poco en su vida.

– Hola hermanito. Cuéntame,¿Qué ha pasado con Aina?

– No empieces otra vez, pesada,¿ No te llega con estar dándome la tabarra con que vuelva con la tonta de la hermana de tu mejor amiga?- le contestó de mala manera.

– Te doy la tabarra para que vuelvas con la hermana de Zanna por que sé que es tu amor verdadero. Anda, dime, y dime al verdad,¿Por qué rompisteis? Y no vale decir que no te acuerdas.

– Pues no te voy a decir que no me acuerdo, te voy a decir que no lo recuerdo.- le contestó secante.

– Oh, vamos, ¡Mateo!Es imposible que no te acuerdes, llevabas con ella diez años, para cortar con una persona con la que llevas diez años tiene que pasar algo muy grande.

– Pues mira te vuelvo a repetir que no me acuerdo.

– Pues si no te acuerdas vuelve con ella y punto.

– No, no puedo.

-¿ Por?Acabas de romper con Aina.

-Si, pero se está mejor soltero, las chicas sois unas plastas. No sé porqué rompí con con la hermana de Zanna, pero si rompí con ella será por algo. FIN DE AL HISTORIA. Ahora déjame dormir.

Ninfa, enfadada, se abrochó el cinturón, el avión iba a aterrizar, el vuelo había sido corto por que su destino estaba en Barcelona, donde cogerían un autobús que les llevaría a su ciudad.

Ya en casa, Ninfa preparó su mochila para el día siguiente, que era el primer día del segundo trimestre de su primer año en el instituto. Al principio habías sacado bastantes notables en los exámenes, pero, a medida que había avanzado el curso, había cogido más confianza y conseguido sacar sus sobresalientes de siempre, por supuesto, metió su redacción de Lengua en el carpeblog y se fue a la cama, mañana tendría que levantarse a las siete y media y quería estar fresca. Ya en la cama pensó:

“Ains… Pasado mañana es mi cumple, estoy deseando averiguar por qué sueño tanto con esa fecha, bueno tengo que concentrarme mañana en hacer bien el monólogo de Lengua…(dio un respingo) oh, no, era un monólogo, no una redacción, ahora que lo pienso la redacción era para inglés…Bueno, tranquilízate, Ninfa, y reza para que el profesor no venga”

Tardó mucho en dormirse, pues estuvo pensando un buen rato en el monólogo, y, cuando dio con el tema adecuado, se durmió poco a poco.

Llegaba la hora de la verdad, era la hora de Lengua, por suerte, el profesor de inglés había faltado y no tuvo que soportar que le pusieran su primer negativo en toda la vida. Fue viendo los monólogos de los demás, eran geniales, salvo los de algunos de los más vagos que no habían preparado nada.

-Ninfa, es tu turno.

– Emmmm…Bueno hoy os voy a hablar de los cuentos infantiles de toda la vida. A ver, ¿Cómo puede ser posible que los lobos hablen? Si, sé lo que me vais a decir, que es pura ficción. Pero vamos, Caperucita de mi alma y de mi corazón, ¿ Quién? ¿ Quién en su sano juicio cree lo que dice un lobo?¿Quién? Vamos niñita, sé que tú eres muy inocente, y que lo que llevabas en la cesta estaba muy rico, pero ¿Cómo puedes confiar en uno de los animales más feroces de todo el mundo?Ah, bueno, podrías no saber que los lobos no son carnívoros, pero no, tu madre te advirtió- dijo de sopetón, observando como sus compañeros sonreían- y Ceninicienta…

RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINGGGGGGGGGG

El timbre suena y Ninfa no puede acabar con el monólogo.

-Muy bien Ninfa,tienes un positivo, una décima más en el examen.-le dice el profesor.

Ninfa se queda atónita, todo lo que se había preocupado,la vergüenza que había pasado, y todo por un simple positivo, una única décima más en el único examen de cuatro temas que este profesor ponía…Ella pensaba que le iba a poner una nota, un ocho, un nueve, pero no un positivo. Molesta, cogió su mochila y, notó que le pesaba más de lo normal, pensando que era por lo cansada que estaba, se dirigió a la salida donde le esperaba su hermano para irse a casa. Caminaron sin hablarse y, cuando llegaron a su hogar, los dos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.Después de comer, Ninfa decidió hacer ese día los deberes, no tenía que estudiar, y así le quedaría todo el fin de semana libre, incluido el esperado día de su cumple. Tenía deberes de Naturales, Mates y Lengua. Los de Naturales eran fáciles y los de Lengua también, pero los de Mates le costaron bastante. Eran sobre ecuaciones. En clase no lo había entendido, y su timidez le había impedido preguntarle al profesor. Decidió preguntarle a su padre más tarde.

Por fin. Por fin. Su día había llegado. El día de su cumpleaños. Ya había recibido algunos regalos: un vestido, un estuche y dos libros, le habían encantado. Pero Ninfa estaba muy nerviosa, ese día era con el que había soñado desde hace un mes. Y todo los extraños sueños que había tenido.

A las 13:00 h, Ninfa, como siempre, estaba en su habitación. Haciendo los deberes de Mates que por fin había entendido. Descubrió que eran bastante fáciles, y en diez minutos los terminó. De pronto, a las 13:12, empieza a sentir un calor enorme, miró su pelo, y estaba más rojo que nunca. Estaba asustada. De pronto, oye una dulce voz femenina a su espalda:

– Hola, Ninfa, ha llegado la hora de decírtelo. Eres una hada. Una hada Romantia.


Capítulo 6

Ninfa se da vuelta y se encuentra a una joven de unos pocos años más que ella con un largo y asombroso pelo pelirrojo. Unas enormes alas transparentes estaban pegadas a su espalda y un vestido hecho de un material parecido al de las hojas le llegaba hasta las rodillas, aunque por detrás era un poco más largo.

-¿Qué?- dice Ninfa atónita.

-Si- le dice la chica con una dulce voz- eres una hada, una hada Romantia.

– Esto es una broma de Mateo,¿No?- pregunta un poco enfadada- A ver, ¿Dónde están las cámaras?

– No es una broma, si quieres te lo puedo demostrar.

– Ahora mismo.

La misteriosa joven coge una de las muchas Barbies que Ninfa tenía en su habitación y luego coge al muñeco de Ken, que supuestamente es novio de Barbie.

-Voy a hacer que se abracen y se den un beso.-le explica a Ninfa.

-Venga ya, pues si tanto te empeñas hazlo.-le dice indiferente.

-Muy bien, allá voy. -contesta con una sonrisa-Vita Romantius

Unos polvos naranjas envuelven a los juguetes y Ninfa puede apreciar como su Barbie y su Ken se levantan y se dan un profundo abrazo y dos besos en la mejilla. Se queda atónita.

-Entonces…¿ Es verdad? ¿ Soy una hada?

– Si, lo eres.

-Pero…- empieza a decir Ninfa.

– Ahora o hay tiempo para explicaciones, va a llegar mi amiga con tu compañera de misión.

-¿Misión?

De repente, después de del sonido de una campana, Ninfa descubre a una joven igual a la que tenía delante, solo que con un vestido y un peinado diferentes, las alas, iguales. Pero la nueva hada que entra en la habitación de Ninfa no viene sola, la acompaña una niña a la que Ninfa conoce muy bien.

-Oh, Ninfa!

– Zanna!

– Soy una hada!

-Y yo también!

Las dos amigas se abrazan y miran hacia las dos hadas que tenían delante.

– Veréis, para poder conseguir vuestras alas, tendréis que realizar una misión- les cuenta una de ellas.-volver a juntar a vuestros hermanos.

– ¿Qué?- preguntan Zanna y Ninfa al unísono.

– Todo os viene explicado aquí.- dice una de dfeándoles un pesado libro.

– Pero nos va sr imposible, lo hemos intentado mucho- les cuenta Ninfa.

– Porque no teníais los recursos suficientes, bueno, nos tenemos que ir, por cierto, yo soy la mentora de Ninfa, me llamo Luna y ella, que es la mentora de Zanna es mi hermana gemela, y su nombre es Tina- les cuenta sonriendo- aquí tenéis los recursos que necesitáis, si no lo conseguís dentro de un mes, no podréis ser hadas, os tendremos que borrar la memoria y nunca os acordaréis de esto.

Luna y Tina les entregan una caja bastante pesada y tras abrazarlas y desearles suerte, oyen un cascabel y desaparecen y Ninfa y Zanna se quedan solas.

-Uau- dice Zanna.

-Somos hadas- recuerda Ninfa.

– Bueno, si queremos tener alas, tendremos que empezar, no?- pregunta Zanna.

-Si, a ver el libro.

Las dos se aproximan al libro, que está sobre la cama y lo abren. Las páginas están algo amarillentas por el uso peo en las que se podía leer perfectamente lo que ponía.

– Hadas Romantia, guía de para la primera misión- comienza a leer Ninfa.

– Hay muchas formas de conseguir juntar a una pareja sin poderes, algunas de esas formas se muestran aquí abajo- lee Zanna mientras Ninfa apunta-: 1- Utilizar la Rosa Mensajera. 2- El bolígrafo de los sentimientos. 3- El Imán de los Recuerdos.

De repente, las letras desaparecen y todas las páginas se quedan en blanco. Ninfa y Zanna se desesperaron, pero, por arte de magia, unas nuevas palabras aparecieron, ” De momento, esto es lo que necesitáis, si después de rece días aún no lo habéis conseguido, os daré más información, por cierto, mientras el libro y los recursos solo funcionan en vuestras habitaciones”.

– Pero… ¿ Dónde están esos recursos de los que habla?- pregunta Zanna preocupada.

-¡Aquí!- exclama Ninfa abriendo la pesada caja, en la que solo encuentra una rosa, un bolígrafo y un objeto parecido a una pila.

-Esto debe de ser de lo que habla el libro, pero ¿Cómo se usa?- dice Zanna, que de repente ve algo en el fondo de la caja, lo coge y resulta que es un librito pequeño, parecido a un ,manual de instrucciones. Al abrirlo, unas cuentas letras aparecen y leen:
Manual de los recursos“. Aquí encontraréis toda la información que necesitáis para saber como utilizar todos los objetos para completar la misión. Igual que en el libro, los recursos irán apareciendo a medida que pasen los ciclos de 13 días y también su respectiva información, una vez usados, los objetos deben ser devueltos a la caja, nunca pueden quedar fuera.

Las dos amigas se miran y tras darse la mano, pasaron la página.

-Niñaaaas- les dice la madre de Ninfa desde abajo- bajad a comer.

-Bueno, tendrá que ser después.- dice Ninfa- ¿ Qué haces?

Su amiga había descubierto un post-it en el que ponía: ” Para que esta caja no la vea nadie, cortaos un pelo del cabello y dejadlo sobre la caja, de esta forma solo la podréis ver vosotras, para los humanos será invisible y no la sentirán, será como aire“. Tras hacerlo, las dos amigas bajaron las escaleras y se dirigieron a el comedor, donde les esperaban ya toda la familia al completo de Ninfa y los padres de Zanna, su hermana no había querido venir por la presencia de Mateo. El menú era genial, una pizza enorme, que casi abarcaba toda la mesa, refrescos y una tarta de chocolate, que Ninfa no comió con ganas, ya que las tartas y los pasteles no le chistaban mucho. Los regalos fueron igual de geniales, unas plataformas de colores, un gorro negro con unas graciosas orejas de conejito, tres libros de la trilogía Los Juegos del Hambre y un cómic de manga, regalado por su prima Emily, una increíble dibujante del mundo friki. Después, todos vieron la última película de Harry Potter, que ninguno de los presentes había visto. Luego de que se fueran, Ninfa y Zanna se quedaron solas y subieron a la habitación donde habían vivido el mejor momento de sus vidas.


 Capítulo 7

Manual de recursos

Aquí encontraréis información de como funcionan los recursos. La información desaparecerá a medida de que que termine el plazo de los recursos y aparecerá nueva información cuando aparezcan los nuevos recursos.

RECURSOS DE LOS PRIMEROS TRECE DÍAS

1- ROSA MENSAJERA

¿Sabes esos momentos en los que los sujetos que quieres enamorar no saben qué decirse uno al otro? Esta fantástica rosa conseguirá transmitir esas palabras que no salen. Para que funcione, lo único que hay que hacer es hacer que el primer sujeto huela la rosa  y luego pasársela al otro sujeto. De esta forma se conseguirán transmitir esas palabras . Pero, cuidado, pueden ser tanto las palabras más hermosas tanto las más hirientes.

2- BOLÍGRAFO DE LOS SENTIMIENTOS

Este bolígrafo sirve de informe para las hadas. Gracias a él podrán ver cómo evoluciona su misión. Uno de los sujetos escribe algo con él, y verá como si hubiera escrito algo normal, pero, con la linterna mágica que se encuentra en el doble fondo de la caja, podréis ver sus sentimientos hacia el otro sujeto.

3- IMÁN DE LOS RECUERDOS

Atrae a la mente todos los buenos recuerdos. Este es muy importante ya que servirá para que los otros dos recursos funcionen adecuadamente. Utilizando dos fotos de cada uno de los sujetos, poniendo una a cada extremo de el imán, conseguiréis que piensen en esa persona.

…………………………………………………………………………………………………………………………………..

Las dos amigas se miraron. Después de la comida, Zanna había tenido que irse y no habían podido quedar hasta tres días después, por lo que tenían 27 días para completar la misión, lo que les parecía más que suficiente.

– Zanna, mira el doble fondo ese- le mandó Ninfa.

– Mmmmm- dijo Zanna mientras habría la caja- yo aquí no encuentro ningún doble fondo…

– Anda, trae aquí.- suspiró Ninfa divertida.

Al coger la caja y sacar todo lo que le habían metido, tocó el fondo de esta fuertemente, pero nada se abrió, tras probar otras cuantas veces, el resultado seguía siendo el mismo.

– Eh, mira esto Ninfa- dijo Zanna de repente, que había empezado a hojear el gran libro que les habían dado-. ” Si el doble fondo de la caja queréis encontrar, las palabras Misión Romantia debéis formular”

Tras hacer lo que decía la frase, las niñas percibieron algo en la caja, al acercarse, pudieron ver que era más honda y, con lo cual, dos objetos nuevos habían aparecido. Una linterna pequeña y una nota.

-Esta debe de ser la linterna del boli, y esto…” En este doble fondo encontraréis los objetos más imprescindibles, se irán desbloqueando a medida que avancéis”

– Bueno, pues empezamos, no?- preguntó Zanna

– Empezamos

Las amigas se dirigieron a la habitación de Mateo, según un cartel de la puerta, no podían pasar, pero a ellas les dio igual y entraron sin llamar.

– ¿ Qué queréis pesadas?- dijo el chico desafiante.

– Nada, sólo quería agradecer a mi hermanito lo bien que se porta conmigo y regarlarle este boli- dijo dándole el objeto mágico.

-Uauuu, que chulo. Gracias. Ahora, largaos.- les contestó.

Ninfa y Zanna salieron pitando de allí y se encerraron en la habitación de Ninfa.

– Hey, Zanna, no hemos puesto las fotos!- dijo de repente su amiga.

– Es verdad! Venga, vamos, tienes una foto de tu hermana por ahí?

-No…

– Espera un momento- interrumpió Ninfa- tengo una foto de ellos dos por aquí…La encontré!

Era una foto preciosa. Mateo y Lucía estaban los dos de frente, pero se les veía más felices que nunca, Ninfa recortó la foto y puso los dos trozos restantes, uno a cada lado del imán.

– Abre el libro, rápido, a ver que dice- le mandó a su mejor amiga.

Tras abrir el libro, Zanna descubrió un nuevo texto en la segunda página:

” Muy bien, ahora mismo Mateo estará escribiendo con el bolígrafo, pero, para aseguraros de que lo está haciendo, y para muchas cosas que os serán muy útiles en el futuro, buscad en el doble fondo de la caja”

Un nuevo objeto había aparecido, era como una especie de televisión pero más pequeña, y tenía unos cuantos botones. Al parecer eso servía para seguir en todo momento a Mateo y Lucía y comprobar que la misión seguía en pie. Tras seguir unas instrucciones que aparecieron en el manual, las niñas aprendieron rápido a manejarlo, y, tras pulsar unos cuantos botones, pudieron ver a Mateo escribiendo frustrado en su habitación, con el boli que las dos amigas le habían regalado. Pero, de repente, se levanta y sale furioso de la habitación, dirigiéndose a la de su hermana, por lo que las niñas apagan rápidamente la pantalla, la esconden en la caja y, tras cortar un cabello y deja lo encima, su hermano entra furioso en el cuarto.

 -¡Vaya mierda de boli que me habéis dado!- les grita- mirad lo bien que escribe.

Y, tras lanzarles el bolígrafo y un papel a la cara, haciendo daño a su hermana, sale maldiciendo de su habitación. Las niñas corrieron a coger la linterna y enfocaron la luz al papel, en el que a simple vista, sólo se veían intentos de hacer funcionar un boli, pero, gracias a la linterna, se leía perfectamente:

” Quiero volver con Lucía, pero no sé qué hice para que rompiéramos

– Genial, esto no nos sirve de nada- dijo Ninfa desilusionada.

– Bueno, al menos sabemos que tu hermano quiere volver- dijo mirando el móvil- oh, no, mi madre está llegando, tendremos que terminar por hoy.

De repente, el libro dio una sacudida, las dos amigas se asustaron en un principio, pero luego se acercaron al libro y lo abrieron por la tercera página. Un nuevo texto había aparecido:

“Cuando no podáis estar juntas para realizar la misión, utilizad la varita que encontraréis en la caja, os servirá para duplicar los objetos mágicos y así poder avanzar la misión por separado, solo se podrán duplicar todos los objetos que encontréis en la caja, salvo la propia varita, el manual de instrucciones y este libro. También la podéis utilizar para minimizar y aumentar grandes, como la pantalla. Sólo se podrá multiplicar una vez con cada objeto.”

Tras hacerlo, las niñas consiguen otro boli, ya que decidieron que la rosa ya la utilizarían más adelante. Y decidieron minimizar la pantalla para que Zanna se la pudiera llevar en los bolsillos. Después, esta se tuvo que ir y Ninfa cenó y se acostó, mañana sería un día nuevo de clase, no podría quedar con su amiga pero si preguntarle cómo le había ido con su hermana.

– Hola, qué tal te fue?- le preguntó a Zanna a la mañana siguiente.

– Bueno, la verdad que un poco mejor que con tu hermano, no puso por qué rompieron, pero si todos los sentimientos que siente por él, y son muy buenos- le contestó.

– No está mal, mañana puedes quedar?- le preguntó Ninfa.

– Si no hay novedad, si.

Pero si que había novedades, y muchas. A la tarde de aquel mismo día, Zanna había tenido que ingresar en el hospital por apendicitis y no volvería al colegio hasta una semana después, por lo tanto, solo tenían tres días para completar la misión, o si no nuevos objetos aparecerían.

– Por fin estás bien- le dice Ninfa a su amiga ya en su casa.

– Si,bueno, aún duele, pero estoy mucho mejor.

Estaban en casa de Zanna,no habían podido quedar hasta dos días después de que Zanna volviese a clase, por lo que ese era su último día antes de que apareciesen tres nuevos objetos. Ya habían utilizado la rosa con Mateo y ahora la iban a utilizar con Lucía.

– Hermanaaaaa- le gritó Zanna- mira que rosa más bonita he cogido.

Lucía olió la rosa y una sonrisa iluminó su cara, parecía que estaba pensando en alguien muy especial, salió corriendo y rápidamente Ninfa y Zanna encendieron la pantalla. Llegaron a tiempo para ver como sus respectivos hermanos se abrazaban en el parque de enfrente de la casa de Zanna y se intercambiaran dos palabras:

-Amigos?

-Amigos.


Capítulo 8

Manual de recursos

RECURSOS DE LOS SEGUNDOS TRECE DÍAS

1-CONECTOR ANIMADOR

Con este artilugio crearéis momentáneamente un estado de tristeza en una de las personas, que terminará cuando la otra persona la consuele. Soplad por la boquilla como si fuera una trompeta y dejadla actuar.

2-CAPTADOR DE PENSAMIENTOS

Gracias a esto, conseguiréis la misma función que el bolígrafo de los sentimientos, pero mucho más eficientemente. Cuando estéis cerca de una de las personas, presionad en la parte superior del bote y tras unos segundos tendréis todos los sentimientos relacionados con la otra persona en el bote. Para poder saber cómo son, presionad el botón de la parte inferior del bote sobre un papel y así los podréis leer.

3-IMÁN DE LOS RECUERDOS

Tiene exactamente las mismas funciones que el anterior, pero este es una versión mejorada.

-” Esta vez podréis duplicar el conector y el captador, estos son los segundos trece días, cada vez os falta menos, si no lo conseguís en estos días, después solamente tendréis cuatro días y un recurso para completar la misión”- leyó Zanna asustada.

– Pues vaya, aún no me puedo creer lo que pasó el otro día, pensaba que iban a volver, no ser solamente amigos- comentó su amiga desilusionada.

– Bueno, algo hemos avanzado, ahora pasan bastante tiempo juntos.-la animó Zanna.

Habían decidido quedar en la biblioteca para hablar sobre el tema, Ninfa se había traído el manual y Zanna el libro, que habían decidido que lo guardara ella. Salieron del edificio y se dirigieron a sus respectivas casas, no podrían quedar hasta dentro de una semana, por lo que les quedarían 6 días antes de que acabasen esos 13.

A la mañana siguiente, tras ronronear en la cama y casi llegar tarde, Ninfa entró en clase un poco nerviosa, ese día tenían un examen de Sociales. Estaba muy nerviosa, había estudiado mucho pero esos exámenes eran de desarrollar y temía que no le diera tiempo a hacerlo entero. Al final le sobró, con lo cual se fue muy contenta a casa y quería utilizar esa felicidad en acabar la misión. Habían decidido que ya que no podían quedar y hacer la misión juntas, que avanzaran un poco por separado.Duplicaron los recursos y decidieron turnarse la pantalla y avisar a la otra si aparecía algo nuevo en el libro. El hermano de Ninfa estaba de muy buen humor, él y Lucía eran amigos, y eso parecía hacerle muy feliz. Así que Ninfa aprovechó esta ventaja para empezar. Abrió la puerta lo más sigilosamente que pudo y se encontró con que su hermano estaba estudiando. Eso fue un duro golpe para ella, ya que sabía que Mateo se tomaba muy a pecho los estudios y no quería interrumpirlo,por lo que lo dejaría para mañana. No, mañana no,él tenía una excursión de tres días y ella muchos deberes por hacer.

Suspiró. Se estaba complicando más de lo que ella creía. Llamó inmediatamente a Zanna y se lo contó todo, pero, por lo menos ella había tenido más suerte, por lo que le contó:

– Bueno, pues cuando yo entré en su habitación y toqué la trompeta, la sentí sollozar. Tenía muchas ganas de consolarla, pero sabía que no debía hacerlo. De pronto, cogió su móvil y llamó a Mateo, le contó algo sobre un gato y un delfín, y, cuando cortó, estaba más radiante que nunca. Y lo sé aunque la viera de espaldas. Pero, cuando estaba apunto de utilizar el captador, se dio la vuelta y me echó.

– Algo es algo amiga- le contestó Ninfa.

– Sí. Bueno hasta mañana, nos vemos en el insti.

– Chauu

Tres días después, Ninfa estaba preparada para volver a intentarlo. Entró sin llamar en la habitación de su hermano pero encontró algo allí que no se esperaba. Su hermano ya estaba llorando, hablando por teléfono, hablando con Lucía. A medida de que se estaba acabando la llamada, su hermano se tranquilizaba, y, para que no le pasara como a Zanna, Ninfa usó el captador de pensamientos y se fue pitando de allí. Echó el “perfume” sobre un folio y leyó lo que ponía, no se lo podía creer. Rápidamente cogió su móvil y le sacó una foto para mandársela a Zanna, pero en la foto el papel apareció totalmente en blanco, supuso que tendría que esperar al día siguiente para contárselo.

A Zanna le había pasado lo mismo. También se había sorprendido con lo que ponía en el papel. Era algo muy bueno, sabían que estaban avanzando pero tenían que esforzarse más. Ya estaban juntas en casa de Ninfa, después de hacer los deberes, se encerraron en la habitación a pensar. Ojearon el libro, el manual, buscaron en la caja pero no encontraron nada nuevo. Decidieron entonces que había llegado la hora de meterse en la vida de sus hermanos. Fueron a la habitación de Mateo pero nadie estaba allí. Entonces Ninfa recordó que estaba jugando un partido con sus amigos. Pero decidieron aprovechar esta situación para husmear en su cuarto.

Encontraron muchas cosas, pero entre ellas cartas a Lucía, un montón de cartas para ella. Eran muy bonitas. Mostraban los sentimientos de Mateo, que estaba muy enamorado de ella.

-Niñas, salid de aquí!- les gritó Mateo desde la puerta.

– Mateo, por favor. – le dijo Ninfa- tú quieres a Lucía, estas cartas lo demuestran, dáselas.

– Pero…- empezó su hermano.

– De peros nada! Venga!- le interrumpió Zanna- ella también te quiere como algo más que un amigo.

– En serio?- preguntó Mateo.

-SI- dijeron al unísono las dos amigas casi gritando.

De repente, una bombilla pareció iluminarse en la cara de Mateo, porque les arrancó las cartas de sus manos, salió de la habitación y al parecer de la casa también, porque las niñas oyeron un portazo. Tardaron un buen rato en reaccionar, porque cuando encendieron la pantalla llegaron al final de la escena.


Capítulo 9

Lo habían conseguido. Mateo y Lucía habían vuelto de nuevo, y, por tanto, Ninfa y Zanna obtendrían sus alas. Pero…cuando? Ya había pasado media hora desde que sus hermanos se habían reconciliado y sus mentoras no habían aparecido, hasta que, de repente, el gran libro dio una sacudida.

-Ah!- exclamó Ninfa sobresaltada- a lo mejor aquí nos explica algo.

Las dos amigas abrieron el libro y vieron una foto de sus mentoras, que de repente empezó a moverse, y entonces comprendieron que se trataba de una videoconferencia.

-Felicidades chicas!- les dicen Luna y Tina al unísono.

-Gracias- responde Ninfa- ¿Pero cuándo nos dan las alas?

-No seáis impacientes. Vuestras compañeras de equipo también han acabado la misión, por tanto la ceremonia tendrá lugar dentro de cuatro días, el 13 de febrero.- les cuenta Luna.

-¿El 13 de febrero?Tengo una audición para entrar en una escuela de violín, donde salen los mejores violinistas, llevo seis meses preparándome, no puedo faltar.

– Tranquila, Zanna, veremos qué podemos hacer- la tranquiliza su mentora- ahora descansad, habéis trabajdo mucho estos días.

Y, de pronto, la página se vuelve tan amarillenta como siempre y el libro desaparece, al igual que la caja, que se encontraba ya vacía. Zanna estaba triste, por una parte, ella quería ir a esa audición, su sueño era llegar muy alto y convertirse en una de las mejores violinistas de su país, pero por otra parte, le encantaba ser una especie de Cupida, ver como su hermana volvería a ser feliz con Mateo había sido una satisfacción muy grande. Tendría que elegir.

13 de febrero-Ceremonia

Las dos amigas estaban muy nerviosas, en cualquier momento vendrían a recogerlas Luna y Tina, y, además, Zanna comunicaría su decisión. Le había costado mucho tomarla, pero por fin había decidido lo que ella pensaba que era correcto. Aún no se lo había dicho a Ninfa, por lo que su amiga estaba de los nervios. Tras oír un cascabel, dos nuevas personas aparecieron en la habitación, había llegado la hora.

-Hola, chicas.- les saludó Tina- bien, primero.¿Zanna, cuál es tu decisión?

Tina, Luna y Ninfa miraron a Zanna, su mejor amiga tenía claro que si ella no la acompañaba en esta aventura no sería lo mismo, así que deseaba con todas sus fuerzas que decidiera ser hada, pero también deseaba que Zanna cumpliera su sueño.

-Bien- empezó a decir Zanna- me quedo con el violín, borradme la memoria para que nunca sienta arrepentimiento.

Ninfa sentía ganas de llorar, por una vez, su mejor amiga no la acompañaría, así que dijo:

– Pues entonces a mí también, no soportaría vivir esto sin ella.

– No, Ninfa- replicó su amiga- siempre te gustó ver a parejas por la calle, y ahora tienes la oportunidad de juntarlas tú, no dejes de cumplir tu ilusión solo por que yo no te acompañe.

-Tranquilas, niñas, hemos pensado en todo, tenemos una amiga que justamente es la escuela de música a la que quiere acceder Zanna y la hemos convencido de que cambie la audición para mañana.- les contó Luna con una sonrisa.

Ninfa y Zanna suspiraron aliviadas, no se separarían en este día.

Ya habían llegado, al famoso lugar donde recibirían sus alas y era fantástico. Miles de haditas como sus mentoras volaban y corrían atareadas ultimando los preparativos. A ellas las habían mandado esperar en una bonita salita pintada de amarillo y naranja, con cuadros de llamas de fuego con el fondo negro y marcos del mismo color. Había varios sofás negros muy cómodos, y una mesita de centro con varios aperitivos y flores como rosas rojas y otras flores que eran extrañas. Pero las amigas no estaban solas,aparte de ellas, había más niñas que ocupaban los sofás que quedaban, en total eran tres futuras hadas más. Que, como todas las Romantia eran pelirrojas.

Ninfa y Zanna no se atrevían a hablar con ellas, hasta que una de las desconocidas les llamó la atención.

-Hola, yo soy Cuarzia,¿Y vosotras?- les preguntó.

-Yo soy Ninfa, y ella mi mejor amiga Zanna. ¿ Y vosotras dos, cómo os llamáis?- preguntó refiriéndose a las dos chicas de la habitación que no conocía.

-Pues yo soy Oriona- dijo la que tenía un lazo negro atando una coleta.

-Y yo soy Lindia- informó la de su derecha.

Las chicas comenzaron a hablar y Ninfa descubrió que Oriona y Lindia eran mellizas, pero no se parecían nada. Pero lo que más le impactó fue que todas sabían que eran hadas desde pequeñas, porque sus padres lo eran, y entonces estaban muy acostumbradas a la magia, al contrario que Ninfa y Zanna. Estuvieron un buen rato allí y pudo aprender cosas muy interesantes.

– Pues mira- le contó Oriona- nosotras, las hadas Romantia, tenemos el pelo pelirrojo, todas. Y nuestras enemigas son las hadas Tirania, que tienen el pelo negro y se encargan de sembrar el odio por el mundo, al contrario que nosotras, que sembramos el amor.

– Las hadas nos dividimos en varias secciones:La del Amor Familiar, La del Amor por Los Demás y La del Amor Parejil, esta última es la más frecuente y a la que pertenecemos nosotras.- siguió su hermana.

-No todas las hadas somos completamente Romantia o Tirania, hay algunas que se formaron por la unión de una hadaRomantia y un duende Tiranio, o al revés. A esas las mandan al Centro de Selección donde se determina a que bando pertenecerán. Y, también podemos cambiar de bando, pero se tienen que dar unos sucesos muy concretos.- informó Cuarzia.

-Pero…entonces,¿Porqué Ninfa y yo no conocíamos todo esto?- preguntó Zanna.

– Seguramente porque uno de vuestros padres se enamoró de un Nower, entonces perdió sus poderes, sus alas y su pelirrojo. En estos casos los primogénitos pueden se seres mágicos o no- le contestó Oriona.

-Un Nower….?- empezó a decir Ninfa.

-Bueno, chicas, ha llegado la hora. Coged estos vestidos y cuando acabéis, esperad a las demás en esta sala- les informó una graciosa hada.

Cogieron sus vestidos y se metieron cada una en un probador. Los vestidos eran muy bonitos, llegaban un poco por encima de la rodilla y tenían mucho vuelo. Eran de los colores del fuego y tenían un cinturoncito negro que hacían mucho más bonita la figura. Tenía un considerable agujero en la espalda. Dejó su ropa en un cesto y salió del probador. Se esperaba encontrarla vacía, pero resulta que ella era la última. Abandonaron la salita y entraron en una habitación que Ninfa asoció con una peluquería. Cinco hadas pelirrojas con uniformes compuestos ppor camisa y falda larga hasta las rodillas las esperaban sonriendo y las hicieron en unas butacas muy cómodas.

Las dos amigas aún estaban inpactadas, hace un mes, aún no sabían nada de esto, y, ahora, estaban a punto de recibir sus alas. Tantas vueltas le dieron que la sesión de peluquería pasó volando y cuando se dieron algo había pasado con su pelo. Eso no era normal. Les había cambiado la cara por completo. Y, todo, por un peinado.

Cuarzia. Antes tenía una coleta alta muy bien hecha que le resaltaba las facciones de la cara y sus ojos. Ahora, estaba mucho mejor aún. Le habían hecho un lazo con su propio pelo y dejado sueltos unos mechones de pelo. Al tener mechas de distintos tonos de pelirrojo. el lazo quedaba heterogéneo.

Oriona. Le habían convertido su media melena con flequillo en una maravillosa trenza ladeada que le caía por le hombro. Habían usado unas extensiones de un tono más oscuro, lo que hacía la trenza una ensalada de tonos. Para cerrarla, usaron un lazo negro de raso para que combinara con el cinturón del vestido.

Lindia. Era la más sociable y atrevida del grupo, y se notaba en su aspecto, sobre todo en el peinado. Como su pelo era largo, el moño que se había hecho era muy grande pero simple. Las peluqueras lo habían transformado en algo más especial ondulándole el pelo, haciéndole otra vez su moño y puesto una trenza alrededor de este. Le daba un toque muy femenino.

Zanna. A Zanna le habían hecho un cambio muy sutil, simplemente le habían ondulado el pelo, pero era la más espectacular de las cuatro. De las cuatro. Cuatro. Cuatro, porque a Ninfa no le habían hecho nada, sus trenzas estaban intactas. Las peluqueras la miraban asustadas y hablando entre ellas en una esquina de la estancia. Ninfa se preguntaba de qué estarían hblando, ella estaba segura de que era porque no sabían qué peinado hacerle y estaban asustadas por si las despedían.Eso era lo que ella pensaba, hasta que una esordecedora sirena hizo que se tapara los oídos y empezara a pensar que era algo muy diferente. Unas figuras completamente vestidas de negro entraron en la sala, derribaron la puerta y cogieron a Ninfa, por los brazos y las piernas, Ninfa quiso pedir ayuda, pero un pinchazo en el cuello le impidió hacerlo.

Abrió los ojos. Le dolía terriblemente la cabeza intentó moverse, pero entonces se dio cuenta de que las manos y las piernas estaban esposadas a una silla. Estaba muy asustada, la habitación en la que se encontraba estaba pintada completamente de blanco, había múltiple goteras y una puerta negra. ¿Qué había pasado?¿ Qué estaba haciendo allí?¿Acaso eso formaba parte de la ceremonia?


Capítulo 10

-¡Ninfa!- grita Luna atravesando la puerta, huyendo de los guardias que la sujetaban.

Ninfa estaba dormida, al final, se dejó de lamentar y pensar en donde estaría y se dejó llevar por las garras del sueño. De pronto se despertó, le había parecido oír su nombre y, efectivamente, una figura con alas corría hacia ella. Era su mentora. Desde luego, era una de las personas más guapas que había conocido. Tez blanca, pecas, delgada, pelo ligeramente ondulado y largo y unos precioso ojos azules. Eso era lo mejor.Pero, en cambio,ahora no estaba tan bien. Unos oscuros círculos negros se encontraban debajo de sus ojos y su pelo estaba revuelto,encrespado, quitándole todo su encanto. Si Luna estaba así, algo debía haber pasado, y ella tenía la certeza de que había sido por el extraño comportamiento de las peluqueras al dejar su pelo intacto.

-Luna…¿Qué ha pasado?¿Qué hago aquí?¿Dónde están las demás?- preguntó,ahogándose con cada palabra.

– Por favor, Ninfa tranquilízate, lo tuyo es poco, por lo que podrás salir de aquí muy pronto.- le contestó. Su voz aparentaba tranquilidad, pero sus ojos, sus gestos y sobre todo su aspecto, decían todo lo contrario.

-¿ Lo mío? ¿Qué tengo? ¿Alguna enfermedad?- le contestó Ninfa ya entre sollozos- ¡Por favor! Luna, ¡Cuéntamelo!

– A ver, por donde empiezo…Mira, yo no puedo explicártelo, lo siento.Sólo te diré que las demás están bien, la ceremonia se aplazará.

– Oh, vamos!¿Por qué todo el mundo me trata igual?¿ Por qué nadie nadie me cuenta nada? Odio todo esto! Grr, ojalá hubiéramos fallado la prueba y ojalá que nunca hubiera sabido de este mundo. ¿ Por qué todo esto me pasa a mí ?¿ Por qué?

Acto seguido, se levanta bruscamente tirando la silla hacia atrás y después la mesa, por lo que los guardias corrieron hacia allí y la sujetaron fuertemente, ignorando los gritos y amagos de la niña por soltarse.

– Por favor, Ninfa tranquilízate. Esto pasará rápido, te lo prometo, más rápido de lo que crees. Bueno, me tengo que ir, adiós- dijo Luna, reprimiendo las lágrimas, algo que Ninfa no percibió, lo que le enfadó aún más.

-NO!NO!No te vayas, quiero salir de aquí, quiero estar con Zanna, quiero saber lo que está pasando, quiero, quiero…- sus palabras se fueron apagando, efectos del tranquilizante que los guardias le habían puesto, por medio de una aguja, al ver que cada vez se iba poniendo más roja y comenzaba a dar patadas y a revolverse. Sus ojos se cerraron, contemplados por su mentora, que había comenzado a llorar desesperadamente.

Ninfa se despertó. Ya no estaba en una sala vacía con una mesa y una silla, ya no. Estaba acostada en una camilla. Tardó en recordar dónde estaba, como había llegado allí y que no sabía el porqué de estar allí. Miró a su alrededor, había más camillas, así que supuso que estaba en algún tipo de enfermería. Decidió levantarse, le dolía todo el cuerpo, aunque no sabía por qué, pues no se había movido de la maldita silla. La habitación estaba pintada de azul y el suelo era blanco, frío, aunque eso a Ninfa no le importó, sólo quería salir de allí, se encaminó hacia una puerta, con dos ventanas circulares en ella, pero, cuando estaba a punto de abrirla, oyó una voz detrás de ella.

– Alto, Ninfa.

La niña se volvió y se encontró a escasos metros de una mujer de unos cuarenta años, ataviada con una bata blanca y unos zapatos negros.

-¿Cómo sabe usted mi nombre?- preguntó,empezando a ponerse nerviosa.

– Soy yo la que inscribe a los nuevos aquí.- le contestó- acompáñame Ninfa. Te llevaré a tu habitación.

Ninfa decidió hacerle caso, no tenía ganas de correr y escapar, aunque tuviera la puerta justó detrás.Caminó despacio hasta la mujer y las dos salieron por la otra puerta, que había al otro lado de la habitación. Comenzaron a andar por un largo pasillo, que parecía no tener final. A los lados del pasillo había puertas con números, como parecía que el camino iba a ser largo, Ninfa se atrevió a preguntar.

-¿Me puede decir qué estoy haciendo aquí?

– Eso se te será explicado dentro de dos horas, mientras, espera aquí. La ropa está en el armario, espera en la cama que quieras, tu compañera llegará pronto.- dice, por últimos cerrando la puerta.

Ninfa comprobó donde se encontraba. Era un cuarto amplio con dos grandes camas independientes, todas con armario al lado . La niña escogió la suya, era totalmente blanca, al igual que las sábanas. La verdad, prefería haber tenido una habitación para ella sola, para reflexionar, enfadarse y poder golpear la cama, la pared y tirar cojines por donde fuera. Pero no tenía ganas para replicar y protestar, así que simplemente se acostó en la cama y se durmió, por segunda o tercera vez en ese día, ya había perdido la cuenta.

Se despertó, la puerta se estaba abriendo, vio a la misma mujer que la había traído allí, pero no venía sola. Traía con ella a una niña de la edad de Ninfa, alta, ojos verdes, piel clara y con nuemerosas mechas negras y pelirrojas por todo el pelo. A Ninfa le hizo bastante gracia esto, pues le pareció muy curioso, ya que hacía un efecto de lo más extravagante.

– Bueno, esta es Urania, será una de tus futuras compañeras de cuarto. Dentro de poco os vendré a recoger, mientras podéis iros conociendo.- dijo con suavidad, alternando su mirada a las dos niñas.

Cerró la puerta y Ninfa y Urania se quedaron solas. Ninfa no era muy sociable, así que no habló, simplemente se quedó mirándola, sobre todo, a su pelo.

– Que chulo el pelo, ojalá a mí mis padres me dejaran hacerme una por lo menos- se atrevió por una vez a decir.

La nueva ocupante del cuarto no le respondió, si no que se tumbó en la cama, boca arriba, después cambió la posición poniéndose de cara a la pared, y a Ninfa le pareció oír que sollozaba, así que no osó preguntarle nada más.

Caminaron por el largo pasillo, la mujer las había venido a buscar para ir a una especie de reunión o algo así y Ninfa ya se estaba cansando, parecía que ese pasillo no se acababa nunca y además la incertidumbre por saber que estaba haciendo allí y el enfado con su mentora por haberla dejado tan sola la estaban carcomiendo. Por fin atravesaron una puerta, y Ninfa se encontró en una sala circular, con las mesas dispuestas en un semicírculo y un atril en el centro. La mujer les mandó a las niñas sentarse, Ninfa se sentó en uno de los extremos, y, Urania, dos mesas más lejos. Tenía los ojos rojos, aunque ella tratase de disimularlo bostezando y frotándoselos, para que se pensara que de tanto restregarlos contra las manos se le habían puesto así. También tenía el pelo muy revuelto y una expresión cansada. Pero no iban a estar solas. Por una puerta que había al otro lado de la sala, entró un hombre totalmente calvo, con corbata verde y traje marrón. Se puso detrás del atril y dijo:

– Bueno, yo soy el señor Fitger y os voy a contar por qué estáis aquí. Veréis, vosotras sois una fusión entre hadas Romantia y hadas Tirania.


Capítulo 11

Ninfa se quedó fría. Ese hombre había dicho que estaba allí por que era una fusión de  Romantias con Tiranias. Entonces, eso quería decir que…

– ¿Qué? -saltó de repente de su asiento- ¿ Qué quiere decir eso?

– No interrumpa, señorita- le dijo el señor Figet- bien, como iba diciendo, ustedes son una fusión de hadas Romantia y Tirania, es decir, son capaces de provocar amor como todo lo contario.

– Eso es imposible- cortó Ninfa-y a ver,¿ Cómo se demuestra eso?

– Como vuelva a interrumpir sale de la sala y no le damos más explicaciones- la miró severo el señor Figet- bueno, pues eso se demuestra con una alteración en el cabello. En su caso, señorita Ninfa, la muestra de que tiene que estar aquí es la mecha negra que tiene en su cabello. Y, en el caso de la señorita Urania, pues lo mismo, pero como se puede ver, las alteraciones son más numerosas.

Acto seguido, Urania se echó a llorar. Los pocos presentes de la sala la miraron extrañados, ya que hasta el momento se había mostrado indiferente. A Ninfa se le partió el corazón, realmente los sollozos eran increíblemente altos.

– Lo sabía…Lo sabía…- sollozaba Urania- sabía que mi bipolaridad era algo más….Lo sabía…Lo sabía…

Como sus sollozos iban cada vez a más, unos guardias entraron de repente, con la intención de inyectarle tranquilizante. Ninfa saltó de su asiento, no iba a permitir que la niña sufriera más, así que pensó que, si la defendía, Urania se sentiría más vigorizada y dejaría de llorar. Se subió sobre la mesa y saltó. Aterrizó sobre uno de los guardias, que, sobresaltado, cayó al suelo. Ninfa le hizo todo el daño que pudo. Insultándole y pegándole un poco, pero se dio cuenta, se dio cuenta, de que era eso lo que había explicado el señor Figet. Y entonces recordó esa mecha negra. Sí, era un mechón de pelo muy pequeño, pero era negro. Entonces empezó a recordar. Y sí, había hecho eso más veces. Había fastidado todo lo posible a algunas personas que se fue encontrando por la vida, había hecho que Zanna se enfadara con ella por jugadas que le casi le costaron su amistad. Pero también, había sido bondadosa, se sacrificaba mucho por los demás y, como no, le gustaba mucho ver a parejas de la mano por la calle. Y, entonces, entendió porqué estaba allí, y entendió el concepto de fusión. Dejó de pegarle al guardia, y salió corriendo, atravesó el largo pasillo y fue a dar con un cuartito de limpieza, donde se encerró y empezó a llorar. Oyó voces y pisadas, seguramente por que la estarían buscando, pero no salió. Si por ella fuera, se quedaría en ese apestoso cuarto para siempre. Las voces se fueron alejando cada vez más y más,  pero la manilla de la perta bajó y por el umbral apareció la mujer que la había acompañado a la habitación y a la maldita sala del señor Figet.

– Sabía que ibas a estar aquí, los cuartos de limpieza son un buen sitio para desahogarse, ¿sabes?- dijo sonriendo.

Ninfa miró para otro lado, en ese momento no quería hablar con nadie, quería estar sola.

– Mira, Ninfa, sé que es muy duro estar aquí, y asumir que también puedes ser malvada, pero estoy segura de que podrás salir pronto de aquí.- le dijo suavemente- ah, por cierto, casi se me olvida, tienes visita.

-¿Quién ha venido a verme?- pregunta Ninfa alzando la cabeza.

– Ven conmigo y lo descubrirás- contestó la mujer tendiéndole la mano- por cierto, me llamo Elisa, pero puedes llamarme Eli.

Ninfa sonrió, ya se sentía un poco mejor. Cogió la mano que Eli le tendía y las dos salieron del cuarto. Atravesaron pasillos y puertas, hasta que se pararon frente a una.

-¿ Estás lista?- le pregunta Eli

Ninfa respiró hondo y asintió,aunque no sabía si estaba preparada para tener visitas. Pero, echando todos los sentimientos negativos de su cabeza, abrió la puerta. Y un algo pelirrojo se abalanzó sobre ella.

-Oh, Ninfa, estaba deseando verte!- exclama Zanna contenta- qué tal estás?

Su amiga la contempló detenidamente. Se alegraba mucho de verla, sí, pero a la vez prefería recuperarse y estar sola y no pensar en lo que se estaba perdiendo por tener que estar allí.

– Bien.- mintió.

– Venga, vamos a sentarnos. Oriona y las demás se han quedado haciendo las actividades destinadas a las que vamos a ser hadas, nos lo estamos pasando muy bien. ¿Sabías que son majísimas? Me han contado mucho sobre ellas y tenemos mucho en común. También les gusta la música, compartimos comida preferida…Ains, ya las estoy echando de menos¿Y tú?¿También nos echas de menos?¿Eh, Ninfa? Bueno seguro que si. Mira te cuento, el otro día fuimos a…

Ella había parado de escuchar. Se había fijado que Urania también estaba allí, quizás, esperando a un familiar o amigo inexistente. Urania la miró, peo Ninfa no apartó al vista, quería encontrar en sus ojos un brillo de súplica y, al descubrirlo, haciendo caso omiso de que su mejor amiga seguía hablándole, acudió hasta donde estaba su compañera de habitación.

-Hola- le dijo- ¿Qué tal estás?

– Bien- le contestó Urania, aparentemente indiferente, pero se notaba que la voz le temblaba un poco- ¿Y tú?

– Aquí, con mi mejor amiga, esa de allí- dijo, señalando al lugar donde Zanna tendría que estar, pero que no estaba- ¿Dónde se ha metido?

– Se ha tenido que ir. Al parecer, iba a un evento con otras hadas, me ha dicho que te comunique que te vaya bien con tu nueva amiga y que te lo pases muy bien.- le dijo Elisa acercándose- bueno, nos vamos, id yendo de cara a la habitación, pronto será la hora de la cena.

Ninfa sabía perfectamente lo que había querido decir Zanna. Su amiga era un poco celosa, con lo cual seguro que se había marchado un tanto enfadada. Le dio igual, pues tenía tantas cosas en la cabeza que eso solo ocupó una pequeña parte de sus pensamientos. Se encaminó con Urania hacia la habitación, pero justo cuando quedaban escasos pasos notó que su compañera no la seguía. Miró para atrás y la vio haciéndole señas delante de una puerta y, antes de pudiera reaccionar, Uranio entró por ella. Ninfa no sabía muy bien qué hacer, pero cuando se dio cuenta de que era  mejor volver a la habitación, se encontró con la mano puesta en la manilla de la puerta, abriéndola, y entoces optó por entrar. Había una escalera que conducía a la azotea, donde Urania parecía estarla esperando. Ascendió con cautela y, cuando llegó al tramo final, el paisaje la dejó sin aliento.


Capítulo 12

– ¿Es….estamos, rodeadas de mar?- preguntó sorprendida sentándose al lado de Urania.

– Parece que si,cada vez me sorprende más la forma en que nos tratan. Sólo vamos a elegir un bando, no estamos locas- dice mirando al horizonte.

-¿Cómo nos tratan? ¿ A qué te refieres?- le pregunta Ninfa.

– A la poca información que nos cuentan, por ejemplo.

– Pues a mí no me parece que nos cuenten poca información, la justa y ya está.

– Bueno, si tú lo ves así… Yo no soy tan positiva

-¿ Y eso?

– La vida me ha enseñado a no ser positiva. Al tener la misma proporción de mechas pelirrojas y negras mis cambios de humor son muy bruscos. Todas las personas de mi alrededor decían que era bipolaridad, pero yo sabía que era algo más.

– ¿ El pelo siempre lo has tenido así?

– Sí, y más de lo mismo. Todo el mundo decía que era una alteración de esto que luego se juntó con lo otro… En fin.

-¿ Y por qué me cuentas todo esto?- pregunta Ninfa curiosa.

– No lo sé. Pero gracias por escucharme.

Las dos se quedan en silencio y miran al horizonte, un barco de vela navegaba por el mar, quizás intentando llegar a un lugar, el cual la vista de aquellas dos hadas no podía llegar a ver. Ninfa pensó en todo lo que había pasado hasta ese momento, y, recordó,  que en los últimos días no había visto a su familia.

– Oye, me acabo de dar cuenta de que…

-¿De que llevas mucho tiempo sin ver a tu familia? Tranquila, aquí el tiempo pasa más rápido, es decir, que hasta que pase aquí un año por lo menos, no te comenzarán a echar en falta.

-No entiendo.

-Mira imagínate que cada día aquí es un segundo allí y así lo comprenderás.

– Ah, bueno, vale gracias. ¿ Y si tus padres no eran de aquí cómo puedes saber todo esto?

Urania no le contestó al instante, se quedó mirando sus manos, que descansaban sobre su regazo y volvió  a levantar la cabeza, pero su mirada había cambiado. Sus ojos ya no lucían claros y serenos, sino oscuros, como si de repente una sombra los hubiera cubierto, como si su cara estuviera cubierta por un velo negro, tapándole belleza cualquiera.

– Eso no es asunto tuyo- dijo levantándose y abandonando la cabeza, dejando a Ninfa sola y muy sorprendida.

Esta se quedó matinando que le podría haber pasado, pero, al no dar con la respuesta, se levantó, bajó las escaleras que la llevaban al piso inferior y se mezcló con todas las demás personas que, todas juntas, se dirigían al comedor. La cena estaba servida.

Ninfa, Urania y mucha más gente, chicas y chicos, todos con extrañas combinaciones de negro y naranja en el pelo, habían sido llamados a una reunión, y nada más. Una reunión. Una reunión en la que simplemente les explicarían el sistema del centro o quizás una reunión que les haría soñar toda la noche, intentando descubrir a través de los pensamientos su futuro. Un futuro que podría estar basado en el amor y el bien o en el que gorbernarían el odio y el mal.

– Bienvenidos y bienvenidas a todos- dijo el señor el Figet con solemnidad- ha llegado la hora de explicaros la forma de saber a que bando ‘perteneceréis, si seréis hadas o duendes buenos y generosos o sin embargo maestros del odio y de la avaricia. Todos los presentes murmuraron nerviosos, se acercaba la prueba que definiría su forma de ser y, sobre todo, su futuro.

– Bien, la prueba consiste en sobrevivir.

– ¿Sobrevivir?- pregunta Ninfa, en una voz más alta de lo que pretendía. Se había sentado en una esquina, al lado de Urania, que seguía con una actitud altiva y silenciosa.

– Sí, sobrevivir. Os trasladaremos a todos vosotros a un lugar, con algunas características especiales y os dejaremos solos. Tranquilos,os estaremos observando las 24 horas. Una vez que veamos que está claro a que bando pertenecéis, seréis extraídos del lugar. En este sitio, os tendréis que buscar la vida, os aconsejamos que os asociéis entre vosotros para superar los retos que os pondremos. Esto, además de servirnos de información , os prepararán para vuestra futura vida hádica. ¿ Alguna pregunta?

Silencio. Daba la impresión de que todo el mundo estaba asimilando toda la información que el señor Figet les acababa de transmitir por medio del habla. Parecía que nadie iba a lazar la mano para formular su pregunta, pero, para sorpresa de todos, sobre todo para Ninfa, Urania levantó tímidamente su mano.

– ¿ Cuando seremos trasladados?- dijo seria, sin ninguna expresión en su cara.

Todos la miraron extrañados, y agradecidos a la vez de que hiciera esa pregunta.

– Mañana por la mañana- le contestó el señor Figet- os aconsejamos dormir bien esta noche. La reunión ha acabado, podéis retiraros. Los chicos seguían en silencio. Tan sólo se oyó el rumos del movimiento de levantarse y el de las pisadas de vuelta a las habitaciones. Ninfa no era dueña de sus pasos, si no que se movía al compás de  sus compañeros. Su cabeza estaba en otro mundo, pensando en la famosa prueba y en los retos, que según el señor Figet, la entrenarían para su futuro como hada.

Se despertó, con el murmullo de los pasos que procedían del exterior de la habitación. Se incorporó lentamente y observó a Urania, que se ataba los zapatos con lentitud. La niña no se había percatado de que su compañera había despertado. Sólo se dio por aludida cuando Ninfa bostezó, añorando más horas de sueño. Se miraron durante unos segundos. Ninfa pensaba que no le iba a hablar, que iba apartar la mirada e ignorarla, continuando así con su actitud del día anterior. Pero no fue así.

– Hola!¿ Estás nerviosa?- le preguntó con una sonrisa.

– Pues bastante. Tengo mucha curiosidad por los retos, y no he podido dormir a causa de estar pensando toda la noche en ellos- contestó Ninfa, mientras adornaba su cabeza con un lazo- ¿ Y tú?

– No. Estoy segura de que los retos serán fáciles y que los podré superar en un abrir y cerrar de ojos. ¿Bueno, nos vamos?No me quiero quedar sin desayuno- dijo Urania.

Ninfa asintió y tras dejar sus cosas ordenadas y recogidas las dos niñas abandonaron la habitación, conversando sobre que pasaría en su futuro inmediato. Por suerte, pudieron desayunar a gusto, aún quedaban algunas de las cosas más ricas, pero lo hicieron menos tranquilas de lo que hubieran querido.

Dentro de dos horas exactas, las llevarían al lugar, donde, sobre todo, lucharían por poder deducir su futuro.


 Capítulo 13

– Hola a todos- dijo una voz, proveniente quizá de algún altavoz escondido por la sala- dentro de una hora empezará la prueba, nos reuniremos todos en el salón principal. Pero antes pasaréis por vuestras habitaciones, allí os vais a encontrar con un atuendo que soportará todas las condiciones a las que os enfrentaréis. Hasta pronto.

Los murmullos aumentaron en la sala. Estaban en la sala del descanso, todos conversaban animadamente y leían revistas y libros que había por todas partes. Tras el mensaje, el volumen de voz aumentó notablemente, y fue disminuyendo a medida que iban abandonando el lugar. Ninfa y Urania se  dirigieron juntas a su habitación, abrieron la puerta y en su interior, encima de las respectivas camas, encontraron un mono largo, de un material parecido al neopreno, con el nombre de cada una bordado a lo largo de una manga. El traje se cerraba con una discreta cremallera negra en la espalda y permitía hacer todo tipo de movimientos.

– ¿Te gusta, Urania?- preguntó Ninfa.

– Bueno, no está mal. Según dicen, esto soporta todo tipo de condiciones, así que mientras sea útil, a mí me vale. Aunque podría ser un poco más colorido. ¿ Y a ti que te parece?- le responde animada su compañera.

– Pues por una parte está muy bien porque es de una sola pieza, pero se pega demasiado al cuerpo. Y coincido contigo, estaría bien que fuese más colorido. Que cuando nos mirásemos en un espejo, o en el reflejo del agua, en vez de ver a una hada que ha tenido que estar encerrada dentro de cuatro paredes, viésemos a una persona alegre, aunque ella no lo esté. Y que nos alegre y anime a nosotras.

– A veces te pones muy literaria,¿Sabías?- dijo riendo- bueno vámonos, que quiero que me dé tiempo a terminar de leer un artículo muy interesante.

Ninfa asintió y las dos niñas abandonaron la habitación y caminaron más rápido para llegar a la sala de descanso a tiempo. Pero no llegaron ni a entrar. Pasaron por delante del salón principal y pudieron observar que ya había mucha gente allí reunida. Todos, duendes y hadas, se habían ataviado con sus monos negros, haciendo que la sala pareciese un el interior de un hormiguero, al que todos habían acudido para escuchar la voz de su reina. Las dos niñas decidieron desechar la idea de ir a la sala de descanso, así que se unieron a la gran masa negra a esperar noticias, aunque, más bien, lo que hicieron fue incrementar sus nervios. Había varios altavoces, esta vez visibles por toda las sala que comenzaron a hacer ruidos. Todo iba a comenzar.

– Bienvenidos- dijo la misma voz del desayuno, se hizo un pesado silencio en la sala y la emoción de todos los asistentes se notaba flotando en le aire- hoy es el gran día. Hoy comenzaréis una gran aventura que, además de serviros como entrenamiento definirá vuestra forma de ser.

Ninfa resopló. Estaba harta de dijeran todo el tiempo que la prueba iba a cambiar su forma de ser. Ella era como era, y no cambiaría por el simple hecho de tener el pelo negro o pelirrojo. Seguiría siendo ella misma pasase lo que pasase.

– Peo antes, tendréis la oportunidad de ver a vuestros familiares y amigos por ultima vez. Antes de encaminaros a la prueba pasaréis por la sala de descanso, allí os esperan vuestras personas más queridas. Después, uno de los operarios de el Centro de Selección os acompañará hasta el lugar, llamado Fairy Chimneys. Este lugar, como su nombre indica, está lleno de chimeneas de hadas, donde os alojaréis durante vuestra estancia allí. Bien, cuando acabe la visita de los familiares, os dirigiréis al exterior, donde comenzaremos la prueba. Iremos caminando hasta Fairy Chimneys, puede que sea un camino largo y costoso, pero también os servirá de preparación para los múltiples retos a los que os enfrentaréis en el futuro.

– Oye Urania, ¿ Sabes que son las chimeneas de hadas?- le preguntó susurando.

– Pues son monumentos de piedra muy altos que en la punta de estos cuentan con una piedra bastante grande, como el sombrero de una seta. Las tengo vistas en imágenes pero nunca tuve la oportunidad de verlas yo misma. Estoy muy contenta de que vayamos a estar en un sitio tan bonito, pero lo que no sé es como vamos a poder vivir en ellas.- dijo en el mismo tono.

Entre susurro y susurro se habían perdido la última parte del discurso, todo el mundo empezó a hablar y, poco a poco, la sala se fue vaciando. Las dos niñas se metieron entre todos los asistentes y caminaron despacio hasta la sala de descanso. Habían quitado todos los sillones, estanterías, cómodas y demás muebles que había en la sala y en su lugar habían dispuesto unos letreros, que colgaban del techo, con los nombres de cada individuo. Ninfa paseó su mirada por todos ellos, a la espera de encontrar el que le pertenecía, indicándole que había gente fuera que la quería. Y, al final de todo, escondido, un cartel rosado mostraba su nombre. Tardó en reaccionar. Pero, tras unos largos segundos comenzó a caminar, se colocó debajo del cartel y  miró hacia los lados, esperando ver a alguna persona, de las tantas que había en la sala, que también estuviera deseando verla. Pero había un problema. Ninfa no quería ver a nadie. Quería ir despejada a la prueba y, si se encontraba con Zanna o con su mentora no lo iba a hacer. Añoraría estar un instante más con ellas, abrazarlas y hablarles de su estancia en el Centro de Selección todo el día. Sabía que a ambas les debía disculpas pero, aún así, no quería verlas. Localizó a Elisa mirando unos papeles no muy lejos de ella y decidió que la chica era la persona idónea para transmitir un mensaje. Su voz inspiraba tranquilidad y dulzura.

– Elisa- la llamó, cuando le quedaba poca distancia para alcanzarla, la chica miró en su dirección y levantó la mano a modo de saludo- quería pedirte un favor.

– Lo que quieras- le dijo Elisa, que había dejado de mirar los papeles.

Ninfa le explicó todo lo que quería decirles mientras Elisa la observaba seriamente. La niña sabía que estaba haciendo mal, que debía verlas, pero, había algo en ella que no la dejaba desprenderse de su cobardía. Porque estaba siendo una cobarde.

– Ninfa, ¿ Estás segura?- le preguntó Urania cuando volvieron a encontarse- creo que no te estás comportando adecuadamente con ellas. Recorren un mar de grandes dimesiones en barco a vela, sólo para venir a verte. Por lo menos se merecen un abrazo.

Ninfa se dio cuenta de que su amiga tenía razón. Miró para atrás con intención de ir hasta el letrero que ponía su nombre y la vio, sólo veía una larga melena pelirroja y brillante, que se movía con cada pequeño desplazamiento. Pero era ella. Zanna. A Ninfa le pareció que había crecido, no sólo en altura, si no también en madurez. Se la veía más segura de si misma. Pero no fue eso lo que turbó el corazón de Ninfa. En la espalda de su amiga había unas majestuosas alas. Eran completamente transparentes, pero estaban adornadas con unos bonitos dibujos que formaban curvas y flores. No se lo podía creer. Ya había tenido su ceremonia y ni siquiera se había dignado a aguardar por ella. No la había esperado. Zanna no había esperado a que saliera del Centro de Selección para vivir juntas la aventura de ser hadas. Había buscado ese egoísmo, que raras veces salía y lo había usado para ser hada definitivamente. En ese momento, Ninfa pensó que era mejor dejarlo estar y reflexionar más tarde. Pero una llama empezó a quemarla por dentro, no iba a dejar el asunto así. Cogió aire profundamente y se encaminó hacia donde estaba Zanna con pasos grandes, enfadándose cada vez más con cada zancada. Todos los presentes la miraban extrañados, ya que Ninfa tenía un notable enfado en la cara y propinaba empujones para abrirse paso. Zanna siguió a lo suyo, sin darse cuenta de que su amiga estaba a pocos metros de ella. Ninfa llegó a junto de ella, dispuesta a gritarle todo lo mal que se sentía, pero, al abrir la boca, lo único que expulsó fue un sollozo, que desencadenó una lágrima tras otra, lágrimas de rabia. La gente dejó de hablar y todos se fijaron en ella. Ninfa seguía con la mirada clavada en el suelo, intentando tranquilizarse, notó una mano en el hombro y, al levantar la cabeza observó que era ella. Se quedaron mirando una a la otra durante un tiempo interminable. Ninguna se atrevía a articular palabra, quizá porque no había nada que decirse o también porque no querían hablar.

-¿ Por qué? ¿Por qué?- gritó Ninfa de repente, apartando la mano de Zanna de su hombro.

-¿ A qué te refieres Ninfa?- le contestó ella, interrogante.

– ¡No me has esperado!¡ Has obtenido tus alas sin esperar a que yo saliera de aquí!

– ¿ Qué? Ninfa tranquila, deja que te lo expli…

– ¡No hay nada que explicar!¡Eres horrible!- exclamó Ninfa, empujando a Zanna, y abandonando el círculo en el que estaban, rodeado de personas que se habían acercado atraídas por los gritos de las niñas.


Capítulo 14- Parte 1ª

– Hola a todos- dijo una voz, proveniente quizá de algún altavoz escondido por la sala- dentro de una hora empezará la prueba, nos reuniremos todos en el salón principal. Pero antes pasaréis por vuestras habitaciones, allí os vais a encontrar con un atuendo que soportará todas las condiciones a las que os enfrentaréis. Hasta pronto.

Los murmullos aumentaron en la sala. Estaban en la sala del descanso, todos conversaban animadamente y leían revistas y libros que había por todas partes. Tras el mensaje, el volumen de voz aumentó notablemente, y fue disminuyendo a medida que iban abandonando el lugar. Ninfa y Urania se  dirigieron juntas a su habitación, abrieron la puerta y en su interior, encima de las respectivas camas, encontraron un mono largo, de un material parecido al neopreno, con el nombre de cada una bordado a lo largo de una manga. El traje se cerraba con una discreta cremallera negra en la espalda y permitía hacer todo tipo de movimientos.

– ¿Te gusta, Urania?- preguntó Ninfa.

– Bueno, no está mal. Según dicen, esto soporta todo tipo de condiciones, así que mientras sea útil, a mí me vale. Aunque podría ser un poco más colorido. ¿ Y a ti que te parece?- le responde animada su compañera.

– Pues por una parte está muy bien porque es de una sola pieza, pero se pega demasiado al cuerpo. Y coincido contigo, estaría bien que fuese más colorido. Que cuando nos mirásemos en un espejo, o en el reflejo del agua, en vez de ver a una hada que ha tenido que estar encerrada dentro de cuatro paredes, viésemos a una persona alegre, aunque ella no lo esté. Y que nos alegre y anime a nosotras.

– A veces te pones muy literaria,¿Sabías?- dijo riendo- bueno vámonos, que quiero que me dé tiempo a terminar de leer un artículo muy interesante.

Ninfa asintió y las dos niñas abandonaron la habitación y caminaron más rápido para llegar a la sala de descanso a tiempo. Pero no llegaron ni a entrar. Pasaron por delante del salón principal y pudieron observar que ya había mucha gente allí reunida. Todos, duendes y hadas, se habían ataviado con sus monos negros, haciendo que la sala pareciese un el interior de un hormiguero, al que todos habían acudido para escuchar la voz de su reina. Las dos niñas decidieron desechar la idea de ir a la sala de descanso, así que se unieron a la gran masa negra a esperar noticias, aunque, más bien, lo que hicieron fue incrementar sus nervios. Había varios altavoces, esta vez visibles por toda las sala que comenzaron a hacer ruidos. Todo iba a comenzar.

– Bienvenidos- dijo la misma voz del desayuno, se hizo un pesado silencio en la sala y la emoción de todos los asistentes se notaba flotando en le aire- hoy es el gran día. Hoy comenzaréis una gran aventura que, además de serviros como entrenamiento definirá vuestra forma de ser.

Ninfa resopló. Estaba harta de dijeran todo el tiempo que la prueba iba a cambiar su forma de ser. Ella era como era, y no cambiaría por el simple hecho de tener el pelo negro o pelirrojo. Seguiría siendo ella misma pasase lo que pasase.

– Peo antes, tendréis la oportunidad de ver a vuestros familiares y amigos por ultima vez. Antes de encaminaros a la prueba pasaréis por la sala de descanso, allí os esperan vuestras personas más queridas. Después, uno de los operarios de el Centro de Selección os acompañará hasta el lugar, llamado Fairy Chimneys. Este lugar, como su nombre indica, está lleno de chimeneas de hadas, donde os alojaréis durante vuestra estancia allí. Bien, cuando acabe la visita de los familiares, os dirigiréis al exterior, donde comenzaremos la prueba. Iremos caminando hasta Fairy Chimneys, puede que sea un camino largo y costoso, pero también os servirá de preparación para los múltiples retos a los que os enfrentaréis en el futuro.

– Oye Urania, ¿ Sabes que son las chimeneas de hadas?- le preguntó susurando.

– Pues son monumentos de piedra muy altos que en la punta de estos cuentan con una piedra bastante grande, como el sombrero de una seta. Las tengo vistas en imágenes pero nunca tuve la oportunidad de verlas yo misma. Estoy muy contenta de que vayamos a estar en un sitio tan bonito, pero lo que no sé es como vamos a poder vivir en ellas.- dijo en el mismo tono.

Entre susurro y susurro se habían perdido la última parte del discurso, todo el mundo empezó a hablar y, poco a poco, la sala se fue vaciando. Las dos niñas se metieron entre todos los asistentes y caminaron despacio hasta la sala de descanso. Habían quitado todos los sillones, estanterías, cómodas y demás muebles que había en la sala y en su lugar habían dispuesto unos letreros, que colgaban del techo, con los nombres de cada individuo. Ninfa paseó su mirada por todos ellos, a la espera de encontrar el que le pertenecía, indicándole que había gente fuera que la quería. Y, al final de todo, escondido, un cartel rosado mostraba su nombre. Tardó en reaccionar. Pero, tras unos largos segundos comenzó a caminar, se colocó debajo del cartel y  miró hacia los lados, esperando ver a alguna persona, de las tantas que había en la sala, que también estuviera deseando verla. Pero había un problema. Ninfa no quería ver a nadie. Quería ir despejada a la prueba y, si se encontraba con Zanna o con su mentora no lo iba a hacer. Añoraría estar un instante más con ellas, abrazarlas y hablarles de su estancia en el Centro de Selección todo el día. Sabía que a ambas les debía disculpas pero, aún así, no quería verlas. Localizó a Elisa mirando unos papeles no muy lejos de ella y decidió que la chica era la persona idónea para transmitir un mensaje. Su voz inspiraba tranquilidad y dulzura.

– Elisa- la llamó, cuando le quedaba poca distancia para alcanzarla, la chica miró en su dirección y levantó la mano a modo de saludo- quería pedirte un favor.

– Lo que quieras- le dijo Elisa, que había dejado de mirar los papeles.

Ninfa le explicó todo lo que quería decirles mientras Elisa la observaba seriamente. La niña sabía que estaba haciendo mal, que debía verlas, pero, había algo en ella que no la dejaba desprenderse de su cobardía. Porque estaba siendo una cobarde.

– Ninfa, ¿ Estás segura?- le preguntó Urania cuando volvieron a encontarse- creo que no te estás comportando adecuadamente con ellas. Recorren un mar de grandes dimesiones en barco a vela, sólo para venir a verte. Por lo menos se merecen un abrazo.

Ninfa se dio cuenta de que su amiga tenía razón. Miró para atrás con intención de ir hasta el letrero que ponía su nombre y la vio, sólo veía una larga melena pelirroja y brillante, que se movía con cada pequeño desplazamiento. Pero era ella. Zanna. A Ninfa le pareció que había crecido, no sólo en altura, si no también en madurez. Se la veía más segura de si misma. Pero no fue eso lo que turbó el corazón de Ninfa. En la espalda de su amiga había unas majestuosas alas. Eran completamente transparentes, pero estaban adornadas con unos bonitos dibujos que formaban curvas y flores. No se lo podía creer. Ya había tenido su ceremonia y ni siquiera se había dignado a aguardar por ella. No la había esperado. Zanna no había esperado a que saliera del Centro de Selección para vivir juntas la aventura de ser hadas. Había buscado ese egoísmo, que raras veces salía y lo había usado para ser hada definitivamente. En ese momento, Ninfa pensó que era mejor dejarlo estar y reflexionar más tarde. Pero una llama empezó a quemarla por dentro, no iba a dejar el asunto así. Cogió aire profundamente y se encaminó hacia donde estaba Zanna con pasos grandes, enfadándose cada vez más con cada zancada. Todos los presentes la miraban extrañados, ya que Ninfa tenía un notable enfado en la cara y propinaba empujones para abrirse paso. Zanna siguió a lo suyo, sin darse cuenta de que su amiga estaba a pocos metros de ella. Ninfa llegó a junto de ella, dispuesta a gritarle todo lo mal que se sentía, pero, al abrir la boca, lo único que expulsó fue un sollozo, que desencadenó una lágrima tras otra, lágrimas de rabia. La gente dejó de hablar y todos se fijaron en ella. Ninfa seguía con la mirada clavada en el suelo, intentando tranquilizarse, notó una mano en el hombro y, al levantar la cabeza observó que era ella. Se quedaron mirando una a la otra durante un tiempo interminable. Ninguna se atrevía a articular palabra, quizá porque no había nada que decirse o también porque no querían hablar.

-¿ Por qué? ¿Por qué?- gritó Ninfa de repente, apartando la mano de Zanna de su hombro.

-¿ A qué te refieres Ninfa?- le contestó ella, interrogante.

– ¡No me has esperado!¡ Has obtenido tus alas sin esperar a que yo saliera de aquí!

– ¿ Qué? Ninfa tranquila, deja que te lo expli…

– ¡No hay nada que explicar!¡Eres horrible!- exclamó Ninfa, empujando a Zanna, y abandonando el círculo en el que estaban, rodeado de personas que se habían acercado atraídas por los gritos de las niñas.


 Capítulo 14- Parte 2ª

Ninfa se quedó sin palabras. Iban a tener a esa magnífica hada delante suya, durante tres días. Miró a sus compañeros que también parecían asombrados, menos Urania. Tenía una cara de indiferencia, que le quitaba belleza a la cara. Se acercó a ella y le preguntó:

– ¿ Porqué no quieres que ella sea nuestra supervisora?

– No es que no quiera, pero no me parece para tanto. Puede que sea la reina de las hadas Romantia, sí pero…

– Espera, ¿Ella es…

– Si,¿No lo sabías?

– Pues no.- dijo asombrada.

Ahora miraba con mucho más respeto a la majestuosa hada, la Gran Reina, la fantástica Irina. Había leído sobre ella en una revista. Al parecer, Irina consiguiera resurgir el reino de las hadas pelirrojas después de la devastadora guerra provocada por las hadas Tirania. Las hadas, en forma de agradecimiento, la habían nombrado Reina. Y, como toda hada que se convierta en reina se transforma en un ser inmortal, tenían la prosperidad asegurada, la forma de dirigir de Irina daba muy buenos resultados.

Y entre pensamiento y pensamiento no se dio cuenta de que había un ocupante más en el barco. Ella. Ya no vestía su lindo vestido, sino que se había puesto el mono que todos los demás llevaban, salvo que ella, por supuesto, tenía alas. Cuando pasó delante suya, su perfume se introdujo en su nariz, y no recordó haber olido un perfume tan perfecto. Irina se sentó en la parte delantera del barco y comenzó a mirar unos papeles que se había traído con ella. Unos trabajadores del Centro soltaron las cuerdas que amarraban los barcos y estos se empezaron a mover, pero no había timón. Se movían solos, como si un viento que no se pudiera percibir los moviera con delicadeza. En el barco de Ninfa sólo había silencio, nadie se atrevía a hablar delante de la Reina, así que la niña se dedicó a mirar disimuladamente a los niños que previamente había conocido.

Joe era bastante alto, aparentaba unos 14 años y tenía el pelo bastante corto, pero donde se podía apreciar claramente la abundancia de pelo negro como el carbón, mientras que en algunas zonas se acumulaba el pelo pelirrojo. Era también bastante delgado, y parecía un chico fuerte. Joe pareció advertir la mirada de su compañera, miró hacia ella y Ninfa pudo ver un destello de prepotencia, que no se reflejaba en la postura relajada del cuerpo. Apartó la vista rápidamente y decidió que era hora de romper aquel silencio que pesaba sobre el barco, se acercó a Zanna, con la intención de comentarle lo que pensaba de Joe, pero no pudo ni empezar a hablar, porque alguien se le había adelantado. Irina se había levantado y batía las palmas con fuerza, para atraer la atención de todos.

– Me han comunicado que podemos empezar. Pues bien, en esta travesía en barco haremos muchas actividades, que os servirán de preparación para las verdaderas pruebas, que, como os hemos dicho, llegaremos en tres días. Pero a través de esta preparación también os evaluaremos, por lo que puede ser que a alguno de vosotros ni siquiera os haga falta hacer las pruebas. Pues bien, empezaremos por unos cuestionarios- dijo tras hacer una pausa- que os plantean varias situaciones. Tenéis que marcar la solución a la situación que emplearíais vosotros. Procurad no mentir. Distribuíros por el barco lo mejor que podáis. Cuando terminéis, me avisáis y yo os recogeré los papeles.

El hada repartió unos papeles y unos lápices y todos se concentraron en el trabajo. A Ninfa le resultó muy fácil hacerlo, eran situaciones muy típicas y las soluciones que daban se ajustaban a la perfección a lo que pensaba. Lo completó rápidamente y cuando terminó se levantó con cuidado de no desequilibrar el barco y caminó hasta donde estaba Irina.

– Perdone- dijo para llamar su atención- ya he…acabado.

– Muy bien, puedes volver a tu sitio- le dijo sin más, cogiendo lo que Ninfa le entregaba.

La niña se sintió un poco decepcionada, esperaba que Irina fuera un poco más dulce, como se esperaba al escuchar su voz, pero en cambio, se había comportado durante todo el viaje de forma esquiva y brusca. Ninfa volvió a su sitio y la observó disimuladamente. Estaba revisando su cuestionario. Iba muy rápido, haciendo anotaciones en otro papel, pero, cuando llegó a la última página, se detuvo en una pregunta y la leyó varias veces, con cara de extrañeza. Ninfa sintió curiosidad y quiso acercarse para poder averiguar de que pregunta se trataba, pero al moverse hacia delante hizo tambalearse al barco, lo que provocó las miradas de sus otros compañeros, incluída Irina.                           Decidió descansar un poco y se recostó en el suelo del barco. Mecida por el movimiento de las olas y tranquilizada por el suave sonido del mar, se fue durmiendo poco a poco.

– Ninfa, Ninfa, Ninfa- le decía una voz muy lejana.

La niña despertó poco a poco y se encontró con la mirada de Charlie, que la observaba serio.

– ¿Qué pasa?- preguntó la chica.

– Hemos hecho una parada para comer. Tenemos que reunirnos en la cabaña- le contestó.

– Vale, muchas gracias- dijo incorporándose. Observó que se había quedado sola en el barco y que los demás contemplaban la hermosa isla en la que habían parado. La arena era de un color rosado muy extraño, que Ninfa jamás había visto y el bosque no era verde, si no que de muchos colores más: los árboles tenían frondosas copas azules, moradas rojas, naranjas… La isla no era muy grande, pero solo con un vistazo ya la había impresionado. Caminó detrás de Charlie, que al parecer también se había quedado impresionado con la belleza de la isla. Se reunieron con los demás que se habían sentado para escuchar a Irina. Se acomodaron como pudieron y fijaron su atención en el hada que tenían delante.

– Ya que estamos todos, os comenzaré a explicar lo que tendréis que hacer aquí. Bien, como os dije, hemos parado para comer, pero esa comida la tendréis que buscar vosotros individualmente.- Tranquilos- dijo, al ver las caras de los niños- todo es comestible. Yo os estaré observando de cerca, aunque no notaréis mi presencia. Al los dos que más comida consigan acumular se les otorgará un premio a cada uno. El tiempo se acabará cuando oigáis mi voz. Podéis comenzar.

 Todos se levantaron rápido, y corrieron para sumergirse en el bosque. Ninfa alcanzó a Urania con el propósito de decirle que se ayudaran mutuamente, pero no lo consiguió, porque esta corrió hasta donde estaba Joe y comenzaron la búsqueda juntos. Ninfa ya no quiso unirse, Joe no le había caído especialmente bien por lo que continúo la búsqueda sola. Decidió empezar por los árboles.

A medida que iba caminando, se fijaba en cada árbol que veía y a cada paso se asombraba más. No solo los árboles eran diferentes si no que las flores también eran extrañas. Tenían impresionantes combinaciones de colores y algunas tenían el tamaño de Ninfa. Poco después, reparó en un árbol que tenía frutos en su copa. Decidió cogerla, pero, para eso, tendría que subir al árbol, y no era precisamente bajo. Se enroscó y, poco a poco, apoyándose en las ramas más fuertes fue subiendo hasta poder alcanzar uno de los frutos que el árbol poseía. Acto seguido, bajó lentamente, con cuidado de no caerse hasta que sus pies tocaron el suelo. Ya tenía una. La observó. Parecía una manzana, pero en cambio, tenía unos colores extraños, muy distintos a los una manzana normal. Siguió caminando, esquivando las enormes raíces de los árboles y llegó a una zona donde los arbustos estaban repletos de frutos pequeños de un color anaranjado, así que decidió coger unos cuantos. Descubrió poco después que no podría avanzar con las manos llenas, por lo que improvisó un escondite en el hueco de un árbol y lo tapó con algunas hojas. Para después acordarse de cuál era el árbol, trazó una N en su corteza y, cuando para ella estuvo listo, abandonó el lugar y siguió en busca de más comida. Recorrió todo el bosque recogiendo frutas de árboles, arbustos y de pequeñas plantas que crecían a unos centímetros del suelo. Cuando iba caminando de vuelta para dejar lo que había obtenido, una extraña flor le llamó la atención. Era roja, naranja y amarilla, como el fuego, pero lo que más le llamó la atención fue que su tallo era de cristal, de transparente cristal, iba a acercarse cuando oyó unas voces cerca de ella.

-Mira Joe, mira cuánta fruta había escondida en este árbol.

-¡ Es verdad! ¿ La cogemos?

– Y esta letra… N de.. ¡De Ninfa, esto debe de ser de ella!

– Venga Urania, cógela, presiento que falta poco para que se acabe el tiempo.

– Vale, vámonos antes de que vuelva.

Ninfa se quedó paralizada, de piedra. Y, soltando todo su cargamento y abandonando la extraña flor, echó a correr hacia ellos.